Hablar del Carnaval Grande de Sucre es referirse a una de las fiestas de mayor arraigo y que identifican a todos quienes hemos nacido o vivimos en esta ciudad colonial. Un breve repaso por las crónicas del Carnaval local nos puede dar como resultado algunos datos sobre el movimiento económico que ha generado elaboradas de forma artesanal y con materiales caseros,y aún genera— esta festividad anual.
Cuentan que antes de la república, el Carnaval era una oportunidad para que las familias adineradas hicieran ostentación de su riqueza, ya sea en las pomposas fiestas que ofrecían en sus grandes salones o palacetes (donde los invitados usaban máscaras variadas) o en los desfiles de carrozas (en las que señoritas de alta sociedad, disfrazadas de diosas griegas o con trajes de gala, lanzaban flores a los espectadores), como si el Carnaval fuera una fiesta reservada únicamente para algunos privilegiados, quienes estaban en posibilidad económica para realizar tal derroche.
No fue sino hasta después de fundada la república que las clases sociales bajas, de a poco, se fueron integrando en esta fiesta. Así surgieron grupos de estudiantes y artesanos que ejecutaban por su cuenta la música con charangos, guitarras, mandolinas y otros instrumentos musicales.
Se dice que la época de oro del Carnaval de Sucre, por sus características únicas, fue la que transcurrió entre los años 20 y 60. En ese tiempo, varias comparsas de muchachos nombraban padrinos que prestaban sus casas para los festejos. Estas agrupaciones trabajaban con mucha anticipación para la fiesta, recaudando fondos con kermeses y ahorrando cada centavo a ser gastado; se ocupaban incluso de los pequeños detalles, como las invitaciones —elaboradas de forma artesanal y con materiales caseros— que entregarían a las jóvenes, hasta los aspectos más importantes como el grupo de sicuris o la indumentaria que usarían esos días. Las señoritas “socias” de las comparsas esperaban en las casas asignadas con cocteles y pan con palta, para luego bailar con los comparseros.
El movimiento económico que se generaba se circunscribía al ámbito local, por los productos e insumos que usaban (palta, cebolla, tomate, tumbo, pan, cascarones de huevo recaudados durante el año, etc.); así como por los sicuris que llegaban a tocar a la ciudad, o las personas que cargaban los cascarones de los carnavaleros.
Actualmente, todo esto se ha distorsionado diametralmente. Se han perdido importantes tradiciones y costumbres. Probablemente, debido a la modernidad, se puede observar una gran influencia foránea.
De forma paralela, el movimiento económico actual gira en torno a la comercialización de productos importados —en su mayoría chinos— como espumas, globos, chisguetes, disfraces, todo tipo de bebidas alcohólicas y más.
En fin, Sucre, ciudad a la que antes las personas venían a pasar el Carnaval, ahora se ha convertido en expulsora de sus propios habitantes en estas fechas porque muchos escapan de la urbe, con la respectiva fuga de recursos económicos.
Por estas razones urge, ya sea por el aspecto económico local como por las tradiciones, recuperar nuestro Carnaval Grande de Sucre.
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