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13 de octubre de 2024

La construcción sociocultural de una hegemonía folclórica - Conclusiones y Bibliografia

Conclusiones

 Con todo, estas formas de organización en lo sociocultural nos muestran que actuar en lo macro nos permite conseguir simbólicamente mayores logros.

Con el ingreso de esta festividad al centro de la ciudad “rompe” con los límites imaginarios que segregaban a un sector de la población, se produce el “triunfo de los marginados”. Es así que la riqueza cultural de la festividad del Señor Jesús del Gran Poder altera el orden espacial real e imaginario que los habitantes tienen de la ciudad y de sus barrios.

Los logros obtenidos a partir de la A.C.F.G.P., detallan a continuación:

Mediante Ordenanza Municipal No. 54/1995 – HCM 053/95, el Municipio de La Paz declaró “Patrimonio Cultural de la ciudad de La Paz”, a la Festividad de la Santísima Trinidad de Nuestro Señor Jesucristo del Gran Poder.

Otro logro importante de la Asociación fue la declaratoria de la Fiesta de Gran Poder como Patrimonio Cultural de Bolivia mediante Ley No. 2371/2002.

Esto significó un merecido reconocimiento del aporte que realiza la manifestación cultural a la preservación de valores y tradiciones expresados en la danza y el folklore boliviano, en el incentivo a la conservación y valoración de la identidad nacional y a su significativa importancia social y económica para el departamento de La Paz y de todo el país

En 2019 se alcanzó el reconocimiento mundial por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura.


BIBLIOGRAFÍA

  • ALBÓ, Xavier. PREISWERK, Matías (1986) Los Señores del Gran Poder. Obras Selectas. Tomo VI: 1984–1988.
  • La Paz – Bolivia: [Centro de Teología Popular. La Paz: Taller de Observaciones Culturales], Fundación Xavier Albo
  • BARRAGÁN, Rossana (Coord.) (2009) La fiesta del poder, el poder de la fiesta. Gran Poder: La Morenada.
  • Colección Fiesta Popular Paceña 3. La Paz - Bolivia: IEB/ASDI/SAREC/ALP.
  • GOBIERNO AUTÓNOMO MUNICIPAL DE LA PAZ, Secretaria Municipal de Culturas (2017) La festividad de Nuestro Señor Jesús del Gran Poder: Maravilla de La Paz y del Mundo. La Paz - Bolivia
  • GUERREROS, Burgoa Johnny (2011) LOS TRES ROSTROS DE GRAN PODER: DE LA FESTIVIDAD A LA FIESTA. La consolidación de lo festivo-popular en la ciudad de La Paz en el siglo XX
  • LATOUR, Bruno (2008) Reensamblar lo Social. Una Introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires – Argentina: Manantial.
  • MALDONADO, Morales Lía Daniela (2011) Constitución de Élites Políticas en la Festividad del Gran Poder de la ciudad de La Paz 2001 – 2011. Proyecto de Grado, Carrera de Ciencia Política y Gestión Pública, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Universidad Mayor de San Andrés. La Paz - Bolivia

Entrevistas:

  • Natalio Tintaya Tinta. Fundador de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder en 1974. En ese entonces Tintaya fungía como Vice-presidente de la Asociación, por tanto, actualmente figura como fundador. (Entrevista realizada por Vida Tedesqui el 24 de abril 2015).
  • Francisco Bertín Siñani. Fundador de la Asociación. En ese entonces, Bertín fue Secretario de Organización, por tanto, actualmente también figura como uno de los fundadores. Por otro lado, fue fundador de la Fraternidad Auténtica Luminosos en Gran Poder y Delegado de la misma ante la ACFGP. (Entrevista realizada por Vida Tedesqui el 27 de abril de 2015)

12 de noviembre de 2022

LA CREACIÓN DE LA ASOCIACIÓN DE CONJUNTOS FOLKLÓRICOS DEL GRAN PODER

Esta asociación fue creada el 12 de mayo de 1974 como ente organizador y de unión entre las fraternidades que componían la festividad del Señor Jesús del Gran Poder. Los principales fundadores de esta organización fueron Lucio Chuquimia (+), Luis Calderón (+), Natalio Tintaya, Francisco Bertín, Juan Paredes y Carlos Suarez.

De acuerdo a Rossana Barragán (2009) “Lucio Chuquimia fue… el impulsor y fundador de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder… Chuquimia fue su presidente diez años hasta por lo menos 1984… se buscó que La Paz dejara de alimentar con grupos y personas al carnaval de Oruro, impulsando la festividad del Gran Poder para que logre constituirse en un acontecimiento aglutinador del folklore paceño.” (2009: 66-67)

Una nota del periódico La Prensa reflejará también el hecho e importancia de la creación de la Asociación

Dada la importancia que fue cobrando la Festividad del Señor del Gran Poder cuya entrada era organizada por la Junta de Vecinos, muchos grupos folklóricos con el deseo de contar con una organización auténticamente folklórica decidieron fundar la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder con una actividad positiva que permitió colocar a esta Festividad en una expresión importante del folklore boliviano contando para ello con las simpatía de las autoridades y el pleno apoyo de los medios de comunicación… (Presencia, 9 de mayo de 1979).

Los objetivos de la creación de la Asociación de Conjuntos Folclóricos del Gran Poder se ven reflejados en los Estatutos Reformulados de la Asociación de Conjuntos Folclóricos de Gran Poder:

Art. 7.- La Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder tiene los siguientes objetivos:

a) Preservar e incentivar la devoción y la cultura folklórica nacional e histórica en general y particularmente lo regional, divulgando el legado de nuestros ancestros.

b) Organizar anualmente la Fastuosa Entrada de Nuestro Señor Jesús del Gran Poder.

c) Preservar e incentivar las manifestaciones culturales folklóricas, expresadas a través de la música, vestimenta y danza folklórica, preservando los orígenes autóctonos evitando su desnaturalización mediante, plagio y apropiación indebida.

d) Promover y organizar Foros, Seminarios, Investigaciones, Disertaciones, Debates, Conferencias, Encuentros Intelectuales y otros eventos con la finalidad de profundizar y divulgar el conocimiento de la Cultura y del Folklore ligados a temas específicos como danzas, coreografías instrumentos de música, trajes, atuendos bordados, instrumentos de acompañamiento, etc. (Citado en: Lía Daniela Maldonado Morales. Proyecto de Grado, Ciencia Política y Gestión Pública, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad Mayor de San Andrés)

Entonces de acuerdos a estos objetivos, podemos resaltar que como respuesta en primera instancia al aumento de las fraternidades fue necesario la creación de Conjuntos Folclóricos, preservando, como señalan en el inciso c) las manifestaciones folklóricas.

Es decir, este incremento en la magnitud de conjuntos folklóricos, hizo necesaria la creación de una Asociación, que agrupe y regule la participación de bailarines, que iban creando sus fraternidades.

…año tras año han crecido las fraternidades, entonces ha llegado a veinte y luego hemos visto conveniente para organizarnos mejor [crear] nuestra Asociación independiente y autónoma, con esa mentalidad se ha organizado la Asociación Gran Poder en su casa del Señor ex-presidente Lucio Chuquimia en la Max Paredes… Actualmente con lo que ha aumentado son fraternidades muy grandes, diría así las nuevas fraternidades, pues la gente de la clase media, la gente profesional estima a las fraternidades lo que antes no, actualmente las diferentes clases sociales están formando parte, ya no hay discriminación como antes había… (Natalio Tintaya, 24 de abril 2015)

De la misma manera, los “folkloristas” que participaban de la fiesta del Gran Poder buscaron revertir simbólicamente las críticas por las cuales tuvieron que pasar y de alguna manera ensalzar nuestras tradiciones y expresiones culturales.

…se ha contactado con nuestro ex-presidente que era Banzer, en el periodo que estaba como presidente, entonces se ha programado pues… para romper la ciudad, la entrada del Gran Poder de Ch’ijini al centro con las veinte fraternidades se ha llegado pues al centro (…) Romper los límites territoriales (…) para agrandar, para hacer conocer la fiesta del Gran Poder (Ibid.)

Entonces, desde 1975 en que la festividad del Gran Poder ingresó al centro de la ciudad, se inició un proceso de profundización de esta expresión, incluyendo a diferentes participantes o fraternos de varios sectores sociales.

“El Gran Poder llegaba hasta la calle Max Paredes, terminando en la Plaza Eguino. Por consiguiente, fue relevante para el Gran Poder, el año en que el General Bánzer, como dictador, permitió el ingreso del cholo al centro de la ciudad. Lugar donde no se escuchaba una sola morenada, caporal, etc…, pues se adoptó en esas épocas lo extranjero, el tango, el vals, estaban de moda en la urbe paceña. Esta introducción por el Obelisco, donde estaba el río que dividía el norte del sur, el este del oeste, donde estaba el cholaje entre lo que era la clase media y de alta alcurnia; para muchos historiadores y para nosotros, el Gran Poder se convirtió en Katari. La interpretación deviene de la serpiente que baja desde el cementerio, es decir, el diseño del trayecto es, una serpiente que baja hasta el centro de la ciudad para ahorcar a aquellos que negaron sus orígenes, este elemento hace de que el Gran poder diga: “nosotros también somos el pueblo y sí, entramos al centro y ese fue, es y será nuestro logro, no lo vamos a perder, nadie nos detendrá”. (Entrevista a Pablo Bautista, Vicepresidente -2011- de la A.C.F.G.P. Citada en Maldonado Morales Lía Daniela).



 

17 de agosto de 2022

LA JUNTA DE VECINOS

Según Guerreros (2011), después de suscitarse diferentes conflictos entre los vecinos de Bajo Ch’ijini y Alto Ch’ijini, es 1940 que se funda la primera Junta de Vecinos, con el fin de hacerse cargo de las demandas de los vecinos, que principalmente se trataban de arreglos en el ornato público de la zona.

Antiguamente, la zona de Ch’ijini era percibida como barrio de indios y se realizaban distinciones culturales, en el sentido de hablar de una alta cultura (elitista) y una baja cultura (popular), en este marco tenemos revelaciones como: “Antes de que nazca la asociación de conjuntos folklóricos; en las escuelas y los colegios no se bailaba llamerada o caporal, jamás, todos pensaban que eran bailes aburridos del campo. Los llamados jailones ni los mencionaban, esa gente criticaba el barrio de Gran Poder…”5 Don Francisco hace referencia a esto último en tanto la fiesta siempre fue vista como un hecho indígena que debería eliminarse, es decir, las prácticas culturales reflejadas a través de las danzas no fueron percibidas con buen agrado. Danzas autóctonas y folklóricas fueron criticadas y defenestradas.

4 Cfr. Barrero, 2011: 10 5 Mi Barrio cuenta yo cuento con mi barrio. Historia oral de 100 barrios paceños, (2009) UMSA-GMLP. La Paz. “…éstos que bailan son indios, son campesinos de Ch’ijini, por qué no van a bailar a El Alto… esta gente que vaya a bailar al campo o que vayan a bailar al Alto, a qué vienen aquí… esa discriminación había, esas veces antes del 74’, pero ahora con el cambio, actualmente hay gente media, gente profesional que ha estimado el folklore y baila y dan su valor cultural, que es una parte de Bolivia…” (Francisco Bertín, 27 abril de 2015).

No obstante, remitiéndonos a las primeras versiones de esta fiesta se dice que en 1942 “…se realizó un programa de festejos en honor al Señor Jesús del Gran Poder, organizado por la Junta de Vecinos… Para este tiempo la festividad ya empezaba a expandir su área de acción, comenzando desde la Av. Buenos Aires. Fue durante este tiempo que se empezaron a organizar las primeras fraternidades de bordadores que bailaban en devoción al Señor. Por ejemplo, en 1944 se organizó formalmente la primera fraternidad, denominada “Diablada Juventud Tradicional Unión de Bordadores del Gran Poder”. (Guerreros, 2011:12)

Conforme la zona iba modernizándose y los negocios aumentaban, también la Fiesta al Señor de Gran Poder, crecía barrialmente. Entonces, en esos momentos serán la Junta de Vecinos y la Iglesia quienes tendrán mayor participación en fiesta.

Así lo cree Natalio Tintaya, quien fue fundador de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder en 1974. En ese entonces Tintaya fungía como Vice-presidente de la Asociación, por tanto, actualmente figura como fundador.

Esta festividad anteriormente era una fiesta pequeña de la zona de Ch’ijini, bailaban más antes hasta cinco, cuatro fraternidades, año por año ha crecido, pero estábamos siempre mancomunados con la parroquia de Gran Poder más la Junta de Vecinos… (Natalio Tintaya, 24 de abril 2015).

No obstante, conforme pasaba el tiempo la fiesta, la iglesia y los conjuntos folclóricos serían mayores, siempre bajo la coordinación de la Junta de Vecinos.

En 1938 esta junta presentó el programa de festejos de la “Zona Chijini del Gran Poder”, que estaba distribuido en tres días, desde el 11 al 13 de junio. De los actos programados para este año, destacan la entrega de obras en beneficio del barrio con la apertura y pavimentación de varias calles. Asimismo, es destacable la presencia de la diablada como acto principal de la Entrada de comparsas típicas. Los actos religiosos no estuvieron al margen de la celebración con las misas preparadas por los prestes en el templo del Gran Poder, y la parte lúdica estaba presente en la verbena de la zona. (Guerreros, 2011: 39)

Cada vez la fiesta será más cotizada por vecinos, tanto así que se harán de lado a la iglesia contando con ella lo menos posible.

Un hecho que sale a relucir del programa de festejos en 1941, es la importancia de la “Junta de Vecinos”, quienes habían empezado a tener a su cargo el desarrollo de gran parte de la festividad. La Junta debía encargarse de engalanar en el barrio y coordinar con el párroco de la iglesia las misas para el Señor Jesús del Gran Poder. A partir de ese momento se empezó a hablar de la “Recepción” a cargo de Placido Escobar como parte del Directorio de la Junta de Vecinos de la zona, acompañada de una retreta de música a cargo de la banda del Regimiento de Carabineros, los juegos artificiales y el elevado de globos aerostáticos no estuvieron ausentes de la celebración. (Op.cit.:39).

Conforme pasaban los años incrementaban los grupos o fraternidades que buscaban bailar en homenaje al Señor del Gran Poder. Entonces las romerías, las misas, novenas se verán disminuidas y en su reemplazo habrá mayor cantidad de conjuntos folclóricos, entonces los alrededores del barrio dejarán de ser suficientes. Esto será uno de los motivos del porque la Junta de Vecinos ya no será suficiente.

Antes la organización era pequeña, no era grande, pero vale la pena, yo en especial estoy muy orgulloso al ver actualmente que la fiesta del Gran Poder ha crecido tremendamente, no nacional sino internacionalmente. No imaginaba esto, para mí es un sueño realmente, pero estoy muy orgulloso por haber organizado la Asociación y a la vez a mi persona, actualmente, las sesenta y cinco fraternidades tienen un respeto a mi persona, no soy gente profesional, soy gente humilde, pero de todas maneras tengo ese orgullo de ser Fundador de la Asociación del Gran Poder… (Francisco Bertín, 27 abril de 2015)” 
moreno gran poder

4 de agosto de 2022

La construcción sociocultural de una hegemonía folclórica

El barrio de Ch’ijini, ubicado en la zona oeste de la ciudad de La Paz, sería el que dio cabida a la gran festividad de la Santísima Trinidad “Jesús del Gran Poder”, después de la llegada del lienzo de Jesús del Gran Poder al barrio luego de haber peregrinado por distintos lugares.

Tras una larga travesía por diversas zonas de la ciudad de La Paz, en 1920 llegó la imagen del Señor Jesús de Gran Poder a Ch´ijini, y fue en 1922 cuando se realizó una misa celebrada en la capilla del Rosario, en devoción a la imagen de la Santísima Trinidad. En 1923, en la casa de Braulio Salinas —en la calle Eloy Salmón— se adoraba al lienzo con procesiones sacando la imagen por las calles del barrio, haciendo participar a los vecinos en la festividad.

En diferentes investigaciones, se cuenta el hecho de la imagen del Señor Jesús de Gran Poder, no obstante; en torno a ella se organizaban, en un primer momento misas, procesiones, pedidos y/o solicitudes.

La Junta de Vecinos ha creído que la fe al Señor Jesús del Gran Poder (…) no ha habido, entonces visitaban algunas casas de los vecinos, ahí llevaban, uno u otro al Señor, esas veces que no había todavía la iglesia que actualmente hay (…) entonces al último se han dado de cuenta que el Señor está andando así casa por casa y han dicho bueno una partecita le daremos al Señor para que se haga una pequeña capillita y han dicho ahora a dónde llevamos y la Max Paredes estaba y bueno a la Gallardo y se ha hecho una capillita ahí (…) ya estaba el señor, entonces todos los devotos iban ahí a rezar a hacer toda clase de oraciones como católicos, como devotos, iba aumentando más gente y más gente... (Francisco Bertín, 27 abril de 2015)
De esta manera, ya instalada la capilla se inicia la fiesta por el Señor de Jesús del Gran Poder, fiesta que, en ese periodo, únicamente sería barrial. Al principio, como nos comentan nuestros entrevistados, la participación de “folkloristas” era mínima.

…antes las fraternidades eran pequeñas, los conjuntos no contaban más de cincuenta bailarines, pero actualmente bailan pues ochocientos, mil las fraternidades grandes, actualmente hay también medianas ahorita por ejemplo de doscientos bailarines hay, en danzas livianas, ahora hay como por ejemplo autóctonas que también hace al folklore, las autóctonas muy respetado, hasta llegan del exterior los bolivianos para esta fiesta del Gran Poder, porque mucha gente artistas que están en exterior, en todo el mundo, para esta fiesta del Gran Poder vuelven a su tierra para demostrar su fraternidad, esa es la verdad… (Natalio Tintaya, 24 de abril 2015)

Entonces, es aquí desde donde y cuando se disloca en distintas expresiones, esta fiesta, en aquel entonces, barrial, puesto que la imagen de los tres rostros de señor Jesús del Gran Poder, hará un revuelo entre vecinos e iglesia.  
La construcción sociocultural de una hegemonía folclórica

La construcción sociocultural de una hegemonía folclórica

13 de julio de 2022

Bibliografia - La irrupción del Gran Poder: la nacionalización de la fiesta popular

 Albó, X., & Preiswerk, M. (1986). Los Señores del Gran Poder. La Paz: Centro de Teología Popular.

Régimen legal de propiedad del Estado de la música folclórica (1968).

Bhabha, H. K. (2002). El lugar de la cultura (C. Aira, Trans.). Buenos Aires: Manantial.

Bigenho, M. (2006). Embodied Matters: Bolivian Fantasy and Indigenismo. Journal of Latin American Anthropology,

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Cárdenas, C. (2009). El poder de las polleras. performatividad representación y poder entre las bailarinas de

morenada del Gran Poder. In R. B. y. C. Cárdenas (Ed.), Gran Poder: la morenada (Vol. 3, pp. 259-418). La Paz:

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Cárdenas, C., Espinoza, Y., & Salazar, L. (2015). Realidades Solapadas. La transformación de las polleras

en 115 años de fotografía paceña. La Paz, Bolivia: Museo Nacional de Etnografía y Folklore-MUSEF. Fundación

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Gellner, E. (1997). Naciones y nacionalismos. Madrid: Alianza Editorial.

Guerreros B., J. (2011). Los tres rostros del Gran Poder: De la festividad a la fiesta. La consolidación de lo festivo-

popular en la ciudad de La Paz en el siglo XX. La Paz: HGMLP.

Guss, D. (2006). The Gran Poder and the Reconquest of La Paz. Journal of Latin American Anthropology,

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Recopilación de Leyes, Decretos, Resoluciones, y Ordenanzas Municipales, (1945).

Larson, B. (2008). La invención del indio iletrado: la pedagogía de la raza en los Andes bolivianos. In M. d. l.

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Articulaciones raciales, mestizaje y nación en América Latina. Colombia: Envión.

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Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.

Paredes Candia, A. (1976). Fiestas populares de Bolivia. La Paz: Isla.

Paredes, M. R. (1913). El arte en la altiplanicie (Folklore). La Paz: Taller de tipografìa Gamarra.

Paredes, R. (1949). El arte folklórico de Bolivia. La Paz: Ed. Armando Gamarra.

29 de junio de 2022

La irrupción del Gran Poder: la nacionalización de la fiesta popular en la primera mitad del siglo XX Parte 5

Por otro lado, se conoce que el MNR gestionó y organizó los sucesivos Festivales de danzas autóctonas y folklóricas en Compi (1952-para adelante) y en el Estadio (1954-¿?)10. En un claro acercamiento a los principios de búsqueda de lo originario como parte del simbolismo de lo nacional y en el marco de la Revolución Nacional el Gobierno creó el Departamento de Folklore, dependiente de la Dirección Nacional de Antropología del Ministerio de Educación. La política del MNR se basó en los siguientes conceptos fundacionales:

(i) Un glorioso pasado utópico (inventado o real); (ii) una historia de sentimiento de sometimiento a terribles sufrimientos y esclavitud durante la colonia (anticolonialismo); (iii) una guerra de independencia que rompía el yugo colonial y donde nacía la República monocultural, y (iv) la revolución nacionalista (MUSEF, 2012).

Por medio del Departamento de Folklore, Julia Elena Fortún publicó La danza de los diablos en 1961 y Panorama del folklore boliviano en 1976. Yolanda Bedregal y Antonio González Bravo publicaron en 1956 el Calendario Folklórico del Departamento de La Paz, además de artículos en revistas y en la prensa donde evaluaban danzas o presentaban los festivales de Compi, Ayo Ayo y otros (Guerreros B., 2011). En 1964, Fortún resaltó la importancia de las danzas folklóricas Morenada, Diablada y Sicuris del Altiplano que el Estado envió a festivales folklóricos internacionales y sostenía que Bolivia sobresalía por la novedad e innovación de sus danzas (Presencia 29/05/1967; Presencia 28/05/1969).

Es bastante probable que gracias a estos discursos: la Ordenanza de la Alcaldía, las publicaciones y los Festivales Folklóricos, que reconocían lo folklórico y ampliaban el repertorio nacional propuesto por Rigoberto Paredes (1913), que los devotos de la fiesta hubieran tomado conciencia de que su práctica cultural era algo muy caro a la nación. Aspecto que, más de una década después, se reforzó con la promulgación de Decreto Supremo Nº 08396 de Régimen legal de propiedad del Estado de la música folclórica (1968), dado durante la dictadura populista de Barrientos. Mediante el mencionado documento el Estado nacionalizaba, al fin, la música popular folclórica, además de reconocerla como propia (Barrientos, 1968).

Los danzarines, paulatinamente, comenzaron a verse a sí mismos como los portadores o guardianes de la simbología nacional. A partir de estos acontecimientos y conductas de autoridades nacionales, los devotos del Gran Poder optaron por reconocerse como la base de la nación, no sólo por las danzas, sino por su origen étnico. Es decir, pasaron a proponerse como los sujetos de un proyecto nacional que podría vincularse con el Estado-Nación, pero estaba claro que la nación, como constructo cultural, era moderna.

Lo cierto es que durante el gobierno del MNR sus políticas culturales y la Revolución Nacional cambiaron los términos del debate. Reconocer el folklore “nativo”, ampliar el repertorio folklórico de la nación y enviar representantes a otros países hizo que el sentido común ciudadano vire y mire al folklore como algo fundamental para el país, pero sobre todo incluyó tácitamente a los devotos y danzarines al ámbito de la nación.

En tal sentido, confirió ciudadanía a la devoción popular, evidenciando que la interpelación popular tuvo frutos y respuestas. Nada descabellado, si consideramos que el proyecto del MNR era populista y desde su primera victoria buscó una especie de alianza con los devotos del Cristo de tres rostros. La cualidad de folklore nacional reconocido por el Estado y como representativo de la cultura nacional se evidencia en su incorporación a las agendas internacionales, por ejemplo Argentina y Venezuela organizaban festivales folklóricos e invitaban a Bolivia (Bigenho, 2006).

Por otro lado, el mismo MNR había decidido usar el cine como instrumento de “difusión de la revolución”, es decir, tenían muy claro el poder pedagógico de lo visual. Así, muy tempranamente se fundó en Instituto Cinematográfico Boliviano (ICB) en 1952, el mismo fue administrado por Waldo Cerruto, cuñado de Estenssoro, entre mucha de sus tareas de difusión, además de producir documentales propagandísticos, implementó un proyecto pedagógico, tal como lo cuenta Bigenho:

El proyecto general de Cerruto, con su tono condescendiente, tuvo como objetivo convertir este medio poderoso en un proyecto pedagógico de nacionalismo, para enseñar a “nuestra gente que hasta ahora ha vivido en la ignorancia” (Cerruto Moravek 1996: 69). En 1954, el ICB presentó un primer intento de una reseña musical. Se tituló Viajando por nuestra tierra y, según los informes de la prensa y las entrevistas de otros participantes, no fue bien recibido por el público. Mientras que la exitosa presencia nacional e internacional en los cines de Fantasía Boliviana, que comenzó en 1955, no duró más de un par de años, atrajo e inspiró otras presentaciones folclóricas coreografiadas (traducción nuestra)11(Bigenho, 2006), 276).

El mismo Cerruto tenía un proyecto pedagógico, lo interesante fue que demostró que a la política del MNR le interesaba trasmitir pedagógicamente sus logros y con ello “influir” en la gente. Naturalmente, el Nacionalismo Redvolucionario estaba consciente de que debía “educar” al nuevo ciudadano, como resultado de la Revolución el universo de ciudadanos se había ampliado drásticamente al decretar el Voto Universal. Quizá, por eso tuvo que ser más brioso para producir representaciones de danza folklórica, algo que aparentemente no se había hecho con éxito antes. Un intento de documental no fue bien recibido por el público, pero Fantasía Boliviana, el ballet que fundaron en este contexto, fue exitoso nacional e internacionalmente. A la larga se constituyó en el referente para otras compañías de danza. Ahí vemos, otra vez, cómo a lado de lo oficial concurrió el poder performativo de lo popular, de lo local y se lo insertó dentro del discurso oficial.

Por eso también la agenda nacional tocaba esos temas al influjo de acontecimientos externos como la conferencia internacional para defender a los indígenas (Pátzcuaro, 1940). Quizá por ello, quienes actualmente profesan la devoción al Cristo del Gran Poder no consideran al MNR, como los responsables de su incorporación a la agenda de lo nacional. Están seguros de que su reconocimiento tiene que ver con sus propios procesos, sus luchas y sus diversas formas de hacerse públicos. En la actual coyuntura, incluso parece que resienten que haya sido el MNR quien apoyó la patrimonialización del Carnaval de Oruro ante la UNESCO y no lo hizo con su festividad.

Los protagonistas de la fiesta (aquellos que bailan en la misma) no asumen las políticas del MNR de 1952 como benefactoras para su festividad. Porque además la entrada folklórica del Gran Poder recién adquirió su forma como tal en la década de 1970; por otro lado, el MNR en sus posteriores gobiernos no le dio un apoyo verdadero, siendo el Carnaval de Oruro, la festividad favorecida por sus políticas. Incluso los sucesivos gobiernos del MNR, cuando la Entrada Folklórica del Gran Poder ya había logrado relevancia, no le dieron la suficiente importancia. Lo más relevante que ocurrió durante los posteriores gobiernos del MNR venía impulsado por todos los antecedentes y luchas que ya habían realizado. De diferentes modos el MNR solo canalizó la agenda que tempranamente ya estaba dada e incluso dio vía libre a lo que otras instituciones estatales ya habían comenzado.

Pese a todos los embrollos germinales que acabamos de describir, el 11 de diciembre de 2019 la fiesta de la Santísima Trinidad del Señor Jesús del Gran Poder fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esa declaración se dio en la XIV Reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (UNESCO) que se realizó en Bogotá, Colombia. Fui parte del Comité Impulsor que logró la declaratoria y formé parte del grupo que en dos ocasiones previas procuró conformar el mencionado Comité.

Mi experiencia en esas instancias, volvió a verificar todo el ímpetu y todas las ganas que pusieron los actores sociales y las sucesivas directivas para lograr el cometido. Atestigüé cómo se indignaron cuando otra festividad menor, un remedo de su misma festividad, fue declarada patrimonio previamente. Sentí su misma rabia e indignación cuando verificamos que representantes de nuestro propio país fueron los que posibilitaron tal despropósito. Compartimos sueños, frustraciones y finalmente la alegría respecto a la declaratoria. La misma demuestra que su agenda y aquello por lo que lucharon desde un inicio llegó al nivel más alto, aunque el camino fue enrevesado y tortuoso, no obstante muy celebrado y demasiado bailado. No cabe duda de que se trata, como los mismos protagonistas lo sostienen, de “la fiesta mayor de los Andes”.
Gran Poder Zampoñeros

16 de junio de 2022

La irrupción del Gran Poder: la nacionalización de la fiesta popular en la primera mitad del siglo XX Parte 4

En mi tesis doctoral, que está en proceso de edición, describo la propuesta de Rigoberto Paredes y su importancia para comprender el folklore desde lo pedagógico. Lo que sí queda claro es que el tema se volvió de trascendencia para la ciudad y era reflejo de aquello que ocurría hacia adentro. Además, esta Ordenanza impuso en el lenguaje oficial el concepto de folklore e hizo que se generalice reconociéndolo como algo importante para la identidad nacional.

Lo más llamativo fue que la autoridad máxima de la ciudad reconocía que su origen pasaba por el folklore, aunque transformado/deformado al estilo descrito por Ernest Gellner: la nación extraería su simbolismo del pueblo, lo transformaría hasta que no se reconozca, arrogándose una cultura original (Gellner, 1997), 84). Es decir, desde el Estado se reconocía al folklore, pero al mismo tiempo se indicaba que debía controlarlo, por eso la aclaración: “la Alcaldía mandará a seleccionar una discoteca folklórica” (HCM, 1945: 241-242). Más allá del control, la propia ordenanza y los acontecimientos políticos de la época daban luces de que Bolivia estaba comenzando a emitir señales y adoptar símbolos provenientes del idealismo y, consiguientemente, buscaba o recreaba el origen y pensaba en su inclusión como parte de la nación: no fue casual que Bolivia haya participado en el encuentro de Patzcuaro8 (1940) y que sus delegados oficiales hayan sido miembros activos de la Revolución Nacional, tampoco fue casual el acercamiento que hizo Villarroel a la festividad devocional.

Ocurre que a través del discurso oficial se estaba reconociendo la importancia del folklore y la necesidad de reproducirlo. Esa irrupción del folklore como símbolo de lo nacional, desde el discurso oficial, puede reconocerse como resultado de una estrategia suplementaria. Bhabha la describió en El lugar de la cultura (Bhabha, 2002), de este modo:

Desde el movimiento liminar de la cultura de la nación emergen los discursos minoritarios (…). Su estrategia de intervención es similar a lo que el procedimiento parlamentario británico reconoce como una pregunta suplementaria. Es una pregunta que es suplementaria a lo que está asentado en el “orden del día” para ser respondido por el ministro (Bhabha 2002, 191).

De ese modo, podríamos decir que las “minorías”, que para el caso boliviano son mayorías, emerge esa interrogante sobre la originalidad. El contexto histórico (invasión de ritmos foráneos, aculturación de las clases medias) obligó a las instituciones representativas del Estado a mirar el origen, un origen que reclamaba su pertenencia desde siempre. Resulta interesante verificar que la tensión entre el discurso oficial pedagógico y la acción popular performativa con este gesto se amainó. La pregunta y su respuesta serían un suplemento al debate sobre lo nacional, más aún, el ejemplo que tenemos expone primero la respuesta.

La interrogante planteada y su respuesta cambian el resultado dice Bhabha. Tendríamos que interpretar que la pregunta era si la música de los devotos era nacional y la respuesta fue que sí. Desde ese momento el folklore formó parte de la narración del origen y aparecía en la normatividad. Por supuesto, que el correlato implicaba que las mismas autoridades verificaron que la música extranjera comenzaba a ser la preferida del gusto local y eso no contribuía en nada al desarrollo de una cultura nacional. En este caso, la respuesta a la pregunta era que sí, pero, ahí la élite se tomó la atribución de definir, una música folklórica “seleccionada” que sería lo representativa de lo nacional. Y, aunque las élites políticas quisieron controlarla, haciendo el repertorio aludido de lo “cultamente” folklórico, lo cierto es que el resultado ya estaba alterado. En ese momento, el folklore se consideró como parte de la música nacional y original de esta tierra y dejaba de estar por fuera de lo nacional. Aunque ingresaba como añadido, pero, como dice Bhabha, alteraba el cálculo.

Al venir “después” de la original, O en “adición a” ella, la pregunta suplementaria tiene la ventaja de introducir un sentido de “secundariedad” o postergación en la estructura de la demanda original. La estrategia suplementaria sugiere que sumar “a” no necesariamente da un resultado acumulativo, sino que puede alterar el cálculo (Bhabha 2002, 244).

A partir de esta experiencia el folklore pasó a trasmitir como sentido el origen de la nación. El debate entró por un resquicio, la invasión cultural externa, pero ahí se encontraba la reserva cultural difundida y practicada mayoritariamente por cholos e indígenas. Así, el cálculo de lo nacional no sólo había añadido la música folklórica, tal como suele añadir repertorios la nación oficial, sino que había modificado el origen puro y casto de la nación moderna permitiendo el ingreso de la música perteneciente a cholos e indios. Naturalmente, el repertorio tenía que estar ahí y tuvo que ser conservado, difundido y resignificado por sus protagonistas. Ello ocurrió con más ímpetu popular cuando el MNR se hizo del gobierno e impulsó los festivales folklóricos.

Una vez que triunfó la Revolución Nacional en abril de 1952, la misa de la festividad se ofició en la Catedral y concluido el acto los devotos salieron en procesión rumbo al Santuario de Ch’ijini (El Diario 5/6/1952). Mostrando que los protagonistas de la fiesta del Gran Poder no asumían ninguna restricción y si lo deseaban podían ocupar la Catedral para la celebración de su acto religioso9.

No hay datos que informen si el NMR tuvo que ver con eso, pero es llamativo que una vez triunfada la Revolución los acólitos de la festividad se hayan dado esta licencia, sobre todo porque siempre se sostiene que no tenían ingreso por el centro de la ciudad. Evidentemente, se trataba de una interpelación, mientras en la calle Max Paredes los agustinos optaban por aislarse y hacer actos de devoción solemnes, cerrados y “ciudadanos”, los devotos del Gran Poder optaban por salir a las calles y exhibir su devoción popular y trasgresora.
La irrupción del Gran Poder

La irrupción del Gran Poder

25 de mayo de 2022

La irrupción del Gran Poder: la nacionalización de la fiesta popular en la primera mitad del siglo XX Parte 3

Siete años antes de la Revolución Nacional, esto como una antecedente fundamental, la Alcaldía se percató que la escena cultural urbana estaba siendo ocupada por ritmos extranjeros, por ejemplo: la música mexicana y el tango argentino. Con esa verificación y ante el temor de que se enajene la identidad nacional se optó por asumir algunas de las primeras medidas de construcción y defensa de una cultura nacional afincada en lo tradicional. Así, la Alcaldía de La Paz dispuso y publicó una de las primeras Ordenanzas que incentivaban el folklore en Bolivia. Un poco conservadora, pero así se empezó:

Considerando:

Que es deber de la Alcaldía propender a la difusión de la música nacional, estimulando la vocación y el virtuosísimo de los compositores. Que la música internacional se está imponiendo en el ambiente social boliviano con grave peligro para la riqueza del arte vernacular y folklórico.

Que en el inc. 5º del artículo 152 de la Constitución Política del Estado faculta a las Alcaldías Municipales a fomentar la cultura popular.

Resuelve:

Artículo 1º.- A partir de la fecha de la presente ordenanza, se obliga a los propietarios, administradores de bailes, confiterías, clubes, restaurantes, cabarets, cantinas y todo establecimiento o negocio que sostenga orquestas, a los conjuntos musicales, propietarios y directores de radioemisoras a difundir la música vernacular y folklórica en determinadas horas de sus actuaciones y audiciones, en una proporción de partes iguales en la totalidad de los programas de música.

Artículo 2º.- Se impondrá multas sucesivas y progresivas por incumplimiento o trasgresión de la presente disposición, así como se concederá estímulos especiales a todo negocio, club, radio, conjunto o establecimiento que se distingan en la difusión de la música boliviana.

Artículo 3º.- La Alcaldía mandará seleccionar una discoteca folklórica y de composiciones bolivianas, con el fin de recomendar su difusión en los establecimientos mencionados en el artículo primero.

Artículo 4º.- El intendente de la Policía Urbana y el Director de la Radio Municipal, quedan encargados del cumplimiento de la presente ordenanza (HCM, 1945), 241-242).

Por supuesto, la misma no estaba dirigida a motivar o incentivar las danzas y música de los protagonistas de la fiesta popular, pero de muchas maneras los beneficiaba porque lo más seguro es que la decisión estaba dirigida a incentivar el folklore “culto”, aquel propuesto por Rigoberto Paredes (M. R. Paredes, 1913; R. Paredes, 1949).


19 de mayo de 2022

La irrupción del Gran Poder: la nacionalización de la fiesta popular en la primera mitad del siglo XX Parte 2

Todo ello encarnaba en una narración pedagógica que, en tanto relato, acompaña a toda la retórica oficial y tiene como principal dispositivo de interpelación a la sedimentación histórica, la tradición y la institución como elemento de difusión. De ese modo, casi podríamos decir que el Estado-nación es quien se encarga de la difusión y sedimentación de ese discurso. No cabe duda que el proyecto nacional de ese momento se sostenía marginando a sectores importantes de la población. Por el otro lado, está aquello que explicita la tensión ya referida, ocurre que lo performativo incluye a las naciones extrínsecas, e introduce su temporalidad en el espacio de la nación; aquello del “entre-medio” irrumpe, aunque su presencia siempre estuvo encubierta. Ese gesto inclusivo naturalmente va contra el principio de lo pedagógico —en cierto sentido la nación cívica— que parte de la idea de la homogeneidad del pueblo, pero además interrumpe su tiempo autogenerante. Se trata de la presencia de la liminaridad cultural dentro de la nación, Williams llamó a ello “practicas residuales y emergentes en culturas oposicionales” (Bhabha, 2002), 184). Entonces, estamos refiriendo que hay otras naciones, dentro del espacio informe y extenso de la nación, lo performativo llama la atención sobre esas experiencias de vivir la nación entre medio, en el espacio liminar de la nación.

Momentáneamente sostengo que los conflictos entorno a la devoción festiva al lienzo del Gran Poder encarnaba, o diríamos materializaba, esa tensión entre lo pedagógico y lo performativo en torno a ser ciudadano en el espacio urbano. En tal sentido, sostengo que desde el espacio marginal, que era el barrio de Ch’ijini, se encauzo una lucha por el significado donde los acólitos del lienzo sagrado hicieron respetar sus anhelos de inscripción dentro de la ciudad. Y lo lograron, quizá por la cantidad de enfrentamientos o probablemente por la vehemencia de su devoción y resistencia. Lo cierto es que los acólitos de la devoción pudieron hacer que su capilla autogestionada se quedara con rango de parroquia.

Para verificar lo dicho es preciso remontarnos al 20 de diciembre de 1943 cuando triunfó el alzamiento armado que encabezó el Mayor Gualberto Villarroel, consolidado su gobierno organizó una romería gubernamental que se dirigió al templo Antiguo y nombró al Señor del Gran Poder patrono de la revolución (Albó y Preiswerk 1986, 210). Nótese que el templo está muy lejos del centro urbano y que se estaba a unos meses de la resolución del conflicto de las dos parroquias en el mismo barrio. Entonces se podría interpretar que esa medida popular era capital para un gobierno que había llegado al poder con “respaldo de las masas”. Ese momento podría pensarse como uno de confluencia entre las agendas: estatales y las de los sectores populares, entre lo pedagógico y lo performativo. Aunque tal gesto venía desde arriba, pues el poder estatal reconocía la importancia de una devoción de la población que hasta la fecha habían sido marginadas. De esa manera, el discurso pedagógico del Estado comenzaba a reconocer la performatividad chola y consideraba importante incorporarla a los sentidos de lo nacional. También llama la atención verificar que los protagonistas de la festividad popular eran personajes importantes para el nuevo proyecto político porque representaban un nicho electoral importante.

Sin embargo, el MNR concentró una parte importante de su acción popular a impulsar la festividad religiosa y también devocional del Carnaval de Oruro, de hecho en sus sucesivas gestiones allanó el camino para que se la inscriba en la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad (1991)5. En cambio, el Gran Poder fue olvidado, siendo el gobierno dictatorial de Banzer el que, finalmente, reconoció a la fiesta como perteneciente a la ciudad y su sucesor, Tuto Quiroga (2001-2002) fue quien reconoció a la fiesta Posteriormente, aunque haciendo un salto temporal brusco, el año de 1952 el MNR y sus políticas populistas se limitaron al reconocimiento del Cristo de tres rostros por medio de algunos actos performativos estatales. Para entonces el culto mismo estaba todavía en ciernes, las novenas, romerías y misas eran el centro de la actividad religiosa, pero las mismas se veían interrumpidas por la presencia de danzarines devocionales indígenas y cholos que intermitentemente salían a exhibir sus coreografías. Tales actos eran multitudinarios y requerían control.

Sin embargo, el MNR concentró una parte importante de su acción popular a impulsar la festividad religiosa y también devocional del Carnaval de Oruro, de hecho en sus sucesivas gestiones allanó el camino para que se la inscriba en la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad (1991)5. En cambio, el Gran Poder fue olvidado, siendo el gobierno dictatorial de Banzer el que, finalmente, reconoció a la como Patrimonio Inmaterial de Bolivia el 2001.

Teniendo como antecedente los conflictos por el lienzo (1943), durante la década de 1950 las dos parroquias celebraron la fiesta de diferentes modos: mostrando la tensión entre los horizontes culturales que representaban. El Gran Poder Nuevo procuró “distinguirse” con un cariz muy cercano a la corriente pastoral de la época: kermeses, actividades juveniles, misas, charlas religiosas, la administración de primeras comuniones. Por su cercanía al centro atraía a la población blanco mestiza que había sido benefactora de la construcción del mismo templo6, su conducta revelaba esa cercanía con lo pedagógico que describió Bhabha (2002). Mientras, el Gran Poder antiguo no hizo grandes transformaciones a su culto, cada viernes atraía a un número grande de devotos por medio de sus novenas y se celebraban las misas para los tradicionales presteríos, sus acólitos se caracterizaban por su origen aymara, aunque urbano, es decir cholos y mestizos (Albó y Preiswerk 1986). Ellos hacían la fiesta, participaban y bailaban rompiendo la rutina de la ciudad, algo totalmente performativo, pues con ello sentaban presencia.

Era tal el antagonismo que los sacerdotes de la Parroquia del Gran Poder nuevo llegaron a conseguir un permiso que los dispensaba de dar misa de preste, aunque fuere en honor a algún santo o virgen, alegando que había mucha borrachera y muchos bautizos nueve meses después. Paredes, ilustró jocosamente el conflicto cuando trascribió una invitación de la época, que decía: “La misa de fiesta del Gran Poder de la calle Maximiliano Paredes, se llevará a cabo en la Basílica Menor de San Francisco, por haber negado el párroco su celebración en su templo”7 (Paredes Candia, 1976), 127).

Por el otro lado, la fiesta del Gran Poder antiguo transcurrió como una fiesta de parroquia de indios, se hacían actos religiosos, se organizaban misas de preste y diferentes conjuntos salían a bailar por las calles del barrio, Paredes describió que participaba el Conjunto Folklórico Diablada de Umala (fundada en 1946), la Diablada Tradicional del Gran Poder (fundada en 1954), la comparsa Chutas del Interior (fundada el 13 de junio de 1954), la Legión Juvenil Artística y Cultural Diablada de Viacha (s/d) y los Doctorcitos (s/d). Algo que caracterizaba la fiesta eran las aisladas rencillas entre devotos de un templo y de otro. Además, durante la festividad, alrededor de cada uno de los conjuntos de danzarines se organizaban fiestas a cargo de los prestes, quienes se encargaban de sustentarlas económicamente, algo frecuente en las provincias y que fue trasplantado al área urbana por los migrantes indígenas, cholos y mestizos.

Por diferentes derroteros la interpelación que la fiesta propiciaba había llegado al centro del debate, pues ocurría que los devotos que bailaban folklore protestaban y manifestaban su derecho a ser respetados. 
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16 de mayo de 2022

La irrupción del Gran Poder: la nacionalización de la fiesta popular en la primera mitad del siglo XX Parte 1

En la década de los 20 en el barrio de C´hijini se dio inicio a la devoción a un lienzo que representaba a un Cristo con tres rostros, el Cristo del Gran Poder. Aparentemente, era algo de poca trascendencia porque se trataba de una veneración periférica en un barrio periférico. Cabe recordar que después de 1926 el municipio recién autorizó que las dos haciendas que existían allí se loteen y se incorporen a la planificación urbana1.

Albó en Los señores del Gran Poder (1986) refiere que muchos de sus primeros habitantes eran comerciantes, sectores empobrecidos de la sociedad urbana, colonos y migrantes indígenas. Ese nuevo espacio urbano correspondía al territorio que la división colonial de la ciudad había nombrado como el pueblo de indios; un espacio que se encontraba separado de la ciudad de blancos por el río Choqueyapu. Por supuesto, el lado opuesto era el que ocupaba la población blanca de la ciudad y el río era la frontera natural. Nadie imaginó que en las siguientes décadas tanto los barrios periféricos como esa devoción irían a alcanzar una notoriedad inédita y, quizá gracias a su impulso, se modificarían las descripciones de lo original y nacional. Evidentemente, la devoción y el modo festivo en que se la celebraba debieron aportar a que se de ese resultado.

Esta breve intervención, hecha gracias a la invitación del Municipio, no pretende hacer una revisión rigurosa de los acontecimientos históricos que se vivieron durante ese periodo sino, simplemente, pretende hacer un recuento del modo cómo la devoción al Cristo del Gran Poder recibió atención de parte de los principales actores políticos en el pre 52 y posteriormente. Por eso, este texto pondrá atención en un momento importante y trascendental para la devoción y lo popular, porque muchas veces se tiende a asumir que la notoriedad de la festividad es reciente y se debe a: el éxito económico de los comerciantes o que es resultado de los recientes procesos políticos o que es importante solo porque recién se inscribió a la festividad en la lista representativa del patrimonio inmaterial de la humanidad (UNESCO). Nada más lejos de la verdad, la devoción al Cristo del Gran Poder ya era importante antes de que se le haga su fastuosa entrada folclórica, evento que actualmente es su mayor característica.

Solo para contextualizar, ocurre que los devotos del mencionado lienzo ya habían intervenido e interactuado con el Estado y la Iglesia conflictivamente con mucha anticipación, por ejemplo: en 1927 la junta de vecinos, considerando la cantidad de acólitos a las devoción, se preocupó por construir una capilla para la imagen, ese objetivo se logró mediante un préstamo otorgado por el Presbítero Eliseo Oblitas, dinero con el que se compró un solar en la calle Gallardo y comenzó la construcción que se concluyó en 1932 (Albó y Preiswerk 1986, 18).

En pleno proceso de construcción el Monseñor Augusto Sieffert2, Obispo de La Paz, molesto por la creciente devoción y la evidencia de su autonomía, en un probable intento de control recordó que ese tipo de cuadros fueron declarados como imágenes contra-rito; con ese lejano antecedente ordenó que se retoque el lienzo, intervención que dejó al Cristo con un solo rostro y, además, eliminó el triángulo inverso que describía a la Trinidad (Albó & Preiswerk, 1986; Guss, 2006). Tal agresiva decisión se sustentó en normas eclesiásticas y leyes emitidas por la curia en el siglo XVII, que prohibían la representación de la Santísima Trinidad por medio de tres rostros o cabezas y obligaba a la destrucción o modificación de los lienzos existentes, con el objetivo de evitar que se les sigan cultos no aprobados por el catolicismo (Guss, 2006: 306).

Posteriormente, en 1939 el Obispo procuró trasladar el culto de este lienzo a otro espacio. La tarea estuvo a cargo del controvertido padre Irineo Otzen3 quien tuvo como responsabilidad instalar la parroquia, buscó un terreno por la calle Gallardo (afirma Albó) y al no encontrarlo optó por uno que se le ofreció en la calle Max Paredes (Albó y Preiswerk 1986, 21-22). Al parecer esta decisión no fue fortuita, más bien pudo ser alentada por la élite paceña que también pretendía controlar —poco a poco— la inusitada devoción al lienzo y sus fiestas. La respuesta fue dura, los devotos no permitieron el traslado del lienzo y las peleas y conflictos duraron años hasta que, finalmente, la iglesia aceptó algo excepcional, en 1943 se crearon dos parroquias en un mismo barrio: el Gran Poder Antiguo y el Gran Poder Nuevo.

Ya era posible advertir que la devoción era lo suficientemente relevante y que no se dejaba dominar ni llevar de acuerdo a los intereses eclesiásticos y políticos de la época. Sin contar que durante las novenas o las fiestas que se organizaban durante su festividad reunían a tal cantidad de gente que era necesaria la presencia de las fuerzas del orden para mantener el control.

Ante semejante panorama, no es de extrañar que la clase política emergente se haya percatado de la trascendencia de la festividad y de sus devotos. Tempranamente el Nacionalismo Revolucionario se dio cuenta de su importancia y procuró, mediante algunos gestos involucrarse en la festividad. De eso trata este ensayo.

Todos estos embrollos nos invitan a leer ese momento como el de mayor conflicto entre lo pedagógico de la nación y lo performativo, categorías trabajadas por Bhabha en el contexto de los migrantes africanos en Inglaterra. Asumimos que la pulsión modernizante del clero paceño tuvo un fuerte respaldo estatal porque procuró insuflar un aire pedagógico y con ello disciplinar la devoción al Cristo de tres rostros; en el lado opuesto, estaban los devotos, muchos de ellos comerciantes y migrantes rurales, que desde su espacio realizaban sus prácticas religiosas, devocionales, pero también festivas, y con ello procuraban integrarse al espacio urbano. Suponemos que desde sus prácticas culturales estaban en procura de una reterritorialización urbana, algo muy cercano a lo que Bhabha llamaría lo performativo de la nación. Es preciso recordar que estos actores sociales se encontraban en los extramuros de la ciudad y su condición ciudadana estaba en entredicho4, no obstante muchos ya eran comerciantes exitosos y tenían estatuto ciudadano porque votaban. Pese a ello eran marginados por la ciudadanía criolla que solo los veía como masa votante.

En cuanto a lo performativo, Bhabha sostiene que la nación occidental es, para nuestro caso occidentalizada, una forma oscura y ubicua de vivir lo local de la cultura (176). El Estado y nación no son precisamente aquello que se figuran, es decir: una cultura nacional, una entidad cultural holística o una categoría sociológica empírica. Sin embargo, como sostiene Bhabha, la nacionalidad tiene una fuerza narrativa que aporta a la producción cultural y a la proyección política, evidencia la ambivalencia de la nación como estrategia narrativa (176). Es que se trata de un aparato de poder simbólico que esboza un discurso generalizable sobre la paranoia territorial, una idea sobre la sexualidad, la diferencia cultural e influye en aquello que se llama escribir la nación. Ahora, imaginemos ese escenario hace 95 años y en La Paz, la nación era un espacio que repelía a muchos de sus habitantes al negarles la condición ciudadana, incluso las mujeres blancas estaban marginadas del ejercicio ciudadano. 
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28 de marzo de 2022

‘LA INDUSTRIA SIN CHIMENEAS’: LA VIDA SOCIAL DE LAS MERCADERÍAS Parte 2

Siguiendo un patrón andino, los objetos modernos, las mercaderías y los medios de producción en el contexto urbano pueden ser percibidos como sistemas fisiológicos cuyo espíritu es incitado por la música y el alcohol. Todos los comerciantes del Gran Poder inevitablemente ch’allan sus mercaderías en Carnaval, comen y beben con ellos a fin de extraer de ellos el mayor beneficio posible pero también para ‘crecer juntos’, sugiriendo una vez más un entrelazamiento inesperado e incluso una comunión (véase Allen 1988) entre el comerciante y los objetos.

Más que una cosificación de las relaciones y el desanclaje del humano del objeto representado por la producción industrial, el minibús se incluye en redes de relaciones y de comunicación con otros humanos y objetos, así como con fuerzas cosmológicas a pesar de tener un dueño privado. La riqueza privada y la propiedad individual, así como los productos de producción en masa, son integradas aquí, en un sistema local de producción que se basa en una conexión continua y fluida, en un intercambio entre el mundo humano, divino y material. De hecho el minibús requiere ser revitalizado, alegrado por la música y socializado al juntarlo con otros minibuses.

El ejemplo del minibús y la ch’alla de las mercaderías muestran cómo el supuesto proceso de alienación – la ruptura del vínculo entre el producto y su productor – toman aquí una dinámica y una dirección diferentes debido a una serie de creencias cosmológicas que no permiten objetivar completamente ni a los productos ni a las personas. Esto conduce a otra consideración acerca de las profundamente enraizadas ideas europeas acerca de las mercaderías y la materialidad. Una de esas es que una vez que los objetos se vuelven mercancías orientadas al comercio externo a la comunidad, ésas supuestamente empiezan a erosionar los lazos de dependencia personal entre los miembros de la comunidad (véase Parry y Bloch 1989). Más aún, la abundancia material provocada por el flujo de mercaderías y la seducción producida por las mismas es vista como antagónica a la creación de relaciones humanas estables y sólidas (Marx 1990).

Sobre este punto, quiero recordar brevemente una práctica tanto del mercado como de la religión. Me refiero aquí a la capacidad de desplegar abundancia material para ‘atraer’ gente y forjar lazos económicos y afiliaciones. Tanto un devoto uniéndose a una fraternidad religiosa para bailar en la Fiesta del Gran Poder como un vendedor uniéndose a un mercado en la ladera oeste basan su elección seguramente en sus posibilidades económicas, pero también en la ‘atracción’ provocada por la abundancia de bienes y/o comida y música que el mercado o la fraternidad son capaces de generar. Esta abundancia de material es un elemento que lleva a las personas a participar socialmente de algo, y esta ‘atracción’ será rápidamente consagrada a través de lazos oficiales de compadrazgo –siendo el compadrazgo la manera más común a través de la cual se consolidan los lazos– y alianzas económicas entre los nuevos miembros y la fraternidad. En otras palabras, en el caso de las prácticas económicas y religiosas, podemos considerar la posibilidad, descartada por el clero y las élites, de que la abundancia material puede facilitar y estimular las relaciones sociales.

Generalmente para los sectores populares no existe el mismo sentido de contradicción y separación, que observamos en la tradición europea, entre la práctica económica por un lado y las relaciones sociales y el culto religioso por el otro. La teoría económica de Marx, la tradición religiosa cristiana y la interpretación más positiva del comercio de Adam Smith, enfocada en el interés individual, la escasez de productos y la liberación de los lazos y jerarquías sociales tradicionales, tienen —todas— un punto de convergencia.

Todas estas visiones, si bien con juicios morales distintos y tal vez opuestos, pronosticaban que el dinero y el comercio se volverían en impulsores de un proceso de abstracción y de desanclaje que supuestamente transformarían la economía en un ámbito autónomo separado de los preceptos morales, las relaciones de parentesco, valores sociales y religiosos. En esto, el Gran Poder parece resultar en una propuesta socioeconómica en otros términos.

21 de marzo de 2022

‘LA INDUSTRIA SIN CHIMENEAS’: LA VIDA SOCIAL DE LAS MERCADERÍAS Parte 1

Entre los sectores populares, el desarrollo de una economía de mercado floreciente, el influjo de mercancías y el perfeccionamiento de sus propias prácticas bancarias, no parecen haber producido el proceso de alienación ilustrado por las teorías que explican estas transiciones emblemáticas a la economía de mercado. De acuerdo a las narrativas de la modernidad, la mayor ruptura en estas transiciones es producida por la alienación del individuo del producto material de sus actividades, la abstracción de lo que fuera concreto y una descontextualización y resignificación de las relaciones sociales. Si bien aquí lo he explicado en términos simplistas, este proceso de alejamiento del mundo material ha sido descrito en otro lado como una reificación, una ilusión sinóptica (Bourdieu 1977), un desanclaje6 (Polanyi 1959), una abstracción (Marx 1990). Quiero sugerir, a través del análisis de la racionalidad económica popular, otro desafío a dichas narrativas de modernidad, resaltando la relación específica entre los humanos y los objetos y entre los humanos y las mercancías en el caso de los sectores populares con los que he trabajado.

Los comentarios de las autoridades políticas y religiosas acerca de los sectores populares delatan una ideología y un entendimiento de las relaciones entre humanos como separadas e incompatibles con las relaciones con los objetos y mercancías. Para las autoridades, las exageraciones materiales durante la fiesta y la preocupación excesiva por el bienestar material van en detrimento del funcionamiento saludable de las relaciones sociales.

En otras palabras, el comercio de mercaderías supuestamente desplaza la preocupación por las relaciones sociales e induce un nuevo interés hacia los objetos. Se cosifican las relaciones, que se vuelven impulsadas por la conveniencia, produciendo codicia y dañando los vínculos sociales. A mi manera de pensar, los dominios sociales y materiales de los sectores populares se complementan de manera sorprendente. Tomaré aquí el emblemático ejemplo de la práctica cultural a fin de comprender algunas distorsiones del proceso de desanclaje o abstracción de lo humano del mundo material: la ch’alla de los minibuses por los sindicatos de transportistas durante el Carnaval.

En la tradición aymara, el Carnaval coincide con el Anata una fiesta en la cual la Pachamama es bendecida y se le agradece a través de ofrendas (ch’allas), con la esperanza de tener una cosecha abundante. En la ciudad, la ch’alla de la Pachamama como un generador de producto es sustituida por la ch’alla de cualquier objeto material (puede ser una oficina, una tienda o un taller) que se constituya en una fuente de ingreso para la familia o el sindicato. Para los miles de conductores de minibuses en La Paz, el minibús representa la fuente de ingreso que debe ser ch’allada y agradecida. De ser simplemente un instrumento utilitario generador de dinero, el minibús se transforma en estos momentos en una entidad con características espirituales y corpóreas.

En febrero de 2004, me encontré inesperadamente con una ch’alla de minibuses en la Terminal de buses del Cementerio. Doce minibuses, todos pertenecientes al mismo sindicato7, habían sido puestos en tres filas, todos mirando hacia una tarima improvisada en el medio de la calle donde un sistema de sonido reproducía morenada a través de parlantes gigantes. Se tocaba música y se servía cerveza para los minibuses, que eran, literalmente, tratados como cuerpos atribuyéndoles cualidades humanas. Estudios etnográficos en la parte rural de los Andes han afirmado cómo la música supuestamente fortifica el espíritu de la gente, de los animales y de los cultivos, estimulando su crecimiento y revolviendo sus emociones (Arnold y Yapita 1998; Stobart 2000). Los minibuses estaban ordenados en filas –una estructura bastante similar a la entrada– y eran sucesivamente ch’allados con pétalos y confeti sobre sus techos de manera similar a la bendición de los pasantes durante la fiesta. Más aún, se ataban flores a los espejos retrovisores, una imagen con poderosa reminiscencias de los adornos que se colocan en las orejas de las crías de ovejas y llamas después del parto. Luego de un periodo de intenso trabajo, los minibuses eran decorados, energizados con cerveza y música y agradecidos por sus servicios. El evento restaura las fuerzas y el vigor del minibús y lo apresta para un nuevo periodo de producción.

Vida social mercaderias parte


18 de marzo de 2022

‘LA INDUSTRIA SIN CHIMENEAS’: EL GRAN PODER Y EL MOVIMIENTO ENCANTADO Parte 2

Todo eso es un proceso de gasto económico. Luego vienen las recepciones, las fiestas tengo que comprarme mi terno, contratar la orquestra y también tengo que ver en la calle lo que debo comprar. Llega el día de la fiesta. Y en la fiesta como se hacen los gastos: los ensayos, visitas por aquí, por allá, gastos, por lo que quiero inflarme como el globo. El día de la entrada tú haces una encuesta con los muchachos que limpian zapatos y te das cuenta de que en un día terminan diez cajitas de betún, mientras que en los días regulares una semana le alcanza una cajita. Ese día son como diez semanas de trabajo. Ese día se empeñan joyas, anillos, hay un movimiento fuerte en estas casas de préstamo y en los bancos ni que decir. Vas a ver la señora sandwichera que se ha ido a empeñar su anillo por 200 bolivianos y eso tiene que invertirlo en la Fiesta del Gran Poder y tiene que darle ganancia. ¿Y para cuánto sirve esta ganancia? De cuatro a seis meses para poder cuidar a sus hijos. En los talleres, las pollereras están trabajando como nunca; esta gente que no tenía trabajo hoy en día tiene trabajo. O sea, la fiesta de Gran Poder genera una situación económica muy fuerte de inversión, lo que el Estado no da, lo que el Estado no ofrece. Entonces, los políticos lo han visto y quieren meterse porque quieren sacar rédito de allí. Excluyendo el pago del público, considerando solo los folkloristas esto llega a sumar más o menos 20 millones de dólares. Por eso nosotros decimos ‘la industria sin chimenea’ en un aspecto ecológico del término (Alejandro Chipana, en entrevista con el autor, 13/03/04).

El Gran Poder es descrito como una reunión de gente, productos y fuerzas en la cual todos quieren invertir y obtener una ganancia. El pasante en particular, debe gastar tanto como para endeudarse a fin de que su ‘nombre’5 gane el respecto de los demás y logre un cierto reconocimiento. La deuda del pasante, así como el gasto, puede ser altamente valiosa, ya que implica un expendio y sacrificio para el bienestar comunal y presupone un ‘movimiento’, un retorno del dinero que ha sido invertido en la reproducción económica/social de la comunidad.

Algunos detractores del Gran Poder han tratado a menudo de resaltar cuan perjudicial puede resultar el derroche exagerado e irracional de recursos para otros sectores como la educación y la salud. Alejandro Chipana, sin embargo, habla de la Entrada del Gran Poder como un instrumento para revivir la economía y generar bienestar. Como podemos interpretar de las palabras de Alejandro, la dinámica de reciprocidad forzosa implícita en las acciones del pasante y el deseo de participar en el Gran Poder para invertir recursos en él, aportan una fluidez nueva y saludable a las redes sociales y económicas.

Sin embargo, Alejandro también menciona la existencia de un ‘movimiento con excedentes’ capaz de afectar la producción material y el bienestar de la comunidad urbana. En realidad, la ‘industria sin chimeneas’ ecológicamente sostenible, se habilita por el hecho de que este movimiento no es simplemente un acto mecánico de mover recursos de A a B a C, sino también un proceso que implica la producción de un excedente de sustancia mientras se mueven las cosas. Esto vuelve a la idea sugerida por Harris (2000) de que el movimiento y la producción pueden ser parte del mismo proceso que involucra tanto fuerzas económicas como cosmológicas. En otras palabras, dicho movimiento tiene la capacidad de influir en el proceso de producción.

Si en la tradición económica europea la producción material había sido identificada con la producción de valor (Le Goff 1980; Marx 1990), en el caso Andino el movimiento y la circulación juegan un papel fundamental en este proceso. Por el mismo Marx, la economía capitalista ponía mucho énfasis y hasta fetichizaba el proceso de circulación del dinero y las mercancías, contribuyendo así a hacer invisible lo que Marx identificaba como la etapa más importante e injusta del proceso capitalista: la producción. La especificidad del caso Andino es que la circulación y/o el movimiento de mercancías no son elementos exquisitamente económicos capitalistas sino se entrecruzan con elementos de reproducción cultural, cosmológica y religiosa.

Para comprender plenamente el concepto de ‘movimiento’ y el derroche impresionante de recursos sugerido por Alejandro Chipana, necesitamos tomar en cuenta otro elemento crucial en la Fiesta del Gran Poder y en su economía. La dimensión colectiva de las prácticas económicas y festivas del Gran Poder permanece crucial para darle sentido a la muestra de abundancia inferida tanto por el mercado como por la fiesta. El derroche, a menudo, se explica a través de la repetitiva contribución de miles de individuos, que, lentamente, ‘gotita a gotita’, suman ese monto impresionante mencionado por Alejandro. Juntar esfuerzos y recursos con los fraternos es entendido como la maximización del poder de adquisición para tener acceso a bienes que de otra manera serían inalcanzables para cada individuo. También incrementa la posibilidad de obtener ganancia en un negocio (ver siguiente sección para una discusión más detallada sobre este tema).

La idea de movimiento como producción y particularmente como generador de abundancia en el mercado determina una dinámica interesante de competencia y cooperación. Ciertamente la competencia es un factor natural en un sector comercial intensivo como el barrio del Gran Poder y la competencia entre los miembros del mismo sindicato o fraternidad tiene generalmente una connotación positiva ya que magnifica la innovación, la invención y la entrega de productos y servicios de alta calidad. Dicha competencia está inevitablemente unida a las prácticas de cooperación, de colaboración y de unión de esfuerzos y recursos para amplificar el movimiento y la abundancia. Como hemos visto, la Fiesta del Gran Poder es el ejemplo emblemático de esta tensión entre la competencia y la cooperación.

Dicha tensión puede observarse gráficamente en el mercado y específicamente en el intercambio de bienes entre los comerciantes a precio de costo. Por ejemplo, una televisión comprada por un comerciante en 75 dólares y generalmente vendida en el mercado en 85 se vende por 76-77 dólares a otro comerciante ubicado en otro lugar que busca incrementar la variedad de sus productos. La concentración excesiva de mercancías parecidas está asociada y complementada por un intenso intercambio de mercaderías entre los mismos vendedores. De hecho, el continuo y elevado nivel de innovación tecnológica de las mercaderías importadas permite que cada comerciante importador de una nueva marca o producto empiece a vender su producto a comerciantes vecinos a precio de costo (o casi) a cambio de dinero o de otras mercaderías. Esto genera un ‘movimiento’ tal de mercancías que reduce la tendencia de estancamiento producido por la excesiva oferta.

La prioridad asignada a la generación de movimiento por sobre la competencia también es ejemplificada a través del sistema de microcréditos con papelitos o pasanaku existente entre algunos comerciantes del Gran Poder. Es un sistema de pequeños préstamos de 500-1000 bolivianos (70-140 dólares) que son devueltos al prestamista en pagos diarios de 10-20 bolivianos (1,4-2 dólares) por un período de hasta dos meses. Al final, el prestamista percibe un interés de 100-200 bolivianos. Este préstamo es totalmente informal, no existe contrato, sin embargo, se guarda un minucioso registro de estas transacciones en diminutos papelitos en los cuales el prestamista registra los pagos diarios del prestatario.

Más allá de la dimensión lúdica de este sistema de préstamos con papelitos, está la indiscriminada participación de todos los miembros de la familia. Por ejemplo, es una práctica común en la misma familia que algunos miembros presten a través del pasanako y otros tomen prestado. De esta manera la familia no funciona como un elemento que bloquea el flujo de dinero, ni toma ventaja egoístamente de este movimiento, sino que participa directamente en esta multiplicación del flujo, por el cual cada individuo es responsable. Mi ‘mamá’ Marta, por ejemplo, estaba simultáneamente prestando y tomando prestado dinero a siete diferentes personas. Si en la visión convencional la familia es considerada como un nicho protegido de la comercialización producida por el mercado y sus prácticas económicas, el préstamo con interés se practica hasta entre miembros de las mismas familias locales sin ningún énfasis moral. Por el contrario, los pequeños pagos repetidos de préstamos no solo activan un movimiento de efectivo en pequeños billetes sino también un movimiento de gente de una tienda a la otra pagando y recibiendo los pagos diarios.

En algunas circunstancias el dinero también puede ser visto como un síntoma de corrupción, vicio o una fetichización del mal (Taussig 1980). Sin embargo, es generalmente en su forma estática, cuando es acumulado en pocas manos, cuando no es reinvertido u obligado a circular, cuando es alejado de la comunidad, que el dinero tiende a adquirir tales connotaciones negativas.

21 de febrero de 2022

‘LA INDUSTRIA SIN CHIMENEAS’: EL GRAN PODER Y EL MOVIMIENTO ENCANTADO Parte 1

Mis informantes y yo a menudo discutimos acerca de lo que la iglesia y las clases altas consideran más bien un aspecto controversial del Gran Poder: los efectos económicos de una celebración religiosa.

El movimiento económico que genera el Gran Poder es... mira para que entiendan ustedes: el Gran Poder es una torta grande para 200 invitados y en los 200 invitados está el Gerente de Banco, el que importa tela, de la China traen perlas… en fin de esa torta todos salen contentos. Desde luego hay los que se llevan la parte de león, pero todos salen contentos de esta torta que se llama el Gran Poder. Es un movimiento económico que absolutamente llega a todos. Para la fiesta necesitamos dos bandas, y son 120 músicos que por tres meses tienen que dar de comida a sus hijos. Contratamos cocineras, el barman que viene de etiqueta y ya el costurero el modista saca su tajada. Yo para el Gran Poder tengo que comprar tela para mi terno. Luego hay que traerla al sastre que se lleva su tajada del Gran Poder. La prensa, las invitaciones, o sea que por donde miremos todos seremos felices y contentos con el Gran Poder (Luís Jiménez, en entrevista con el autor, 20/02/04).

Cuando cuestionaba la cantidad de recursos destinados a la entrada, la gente reaccionaba positivamente haciendo énfasis en el ‘movimiento’, la distribución y redistribución de la riqueza y la creación de una conexión entre los diferentes grupos y personas de la estructura urbana. La entrada ‘lubricaba’ los vínculos y conexiones entre los diferentes actores sociales. En particular, existía un énfasis en la fluidez positiva que generaba este movimiento económico contrariamente a una concentración estática de la riqueza en las manos de uno. En lugar de concebirse como la acumulación de recursos y como ahorro, el dinero se caracteriza fuertemente como un medio que facilita el movimiento y que crea un sentido de conexión entre los diferentes grupos y con las fuerzas cosmológicas.

Yo he hecho un estudio sobre la economía del Gran Poder. Su movimiento llega a los 20 millones de dólares4 que no es un chiste. Desde el día domingo – después de la entrada – ya empieza la fiesta del próximo año, reciben ese día los nuevos pasantes. Entonces yo le hago un seguimiento al nuevo pasante, como hace el gasto a partir de este momento en que se compra cerveza para celebrar su investidura. Yo para tener una buena representación de que mi nombre figure bien yo tengo que llegarme a endeudar. ¿Cómo me endeudo? El ayni, no. Yo averiguo que en tal mercado por ejemplo Juan Pérez cumple años, y aunque no me haya invitado yo voy a sorprenderle con unas cajas de cerveza y así por medio yo estoy ya comprometiéndolo para que baile en mi fraternidad. Fiestas no me faltan. A la semana, tengo 3 o 4 fiestas o sea que estoy totalmente ocupado toda la semana como pasante.. 
invitacion gran poder

Banda Gran Poder

Todo eso es un proceso de gasto económico. Luego vienen las recepciones, las fiestas tengo que comprarme mi terno, contratar la orquestra y también tengo que ver en la calle lo que debo comprar. Llega el día de la fiesta. Y en la fiesta como se hacen los gastos: los ensayos, visitas por aquí, por allá, gastos, por lo que quiero inflarme como el globo. El día de la entrada tú haces una encuesta con los muchachos que limpian zapatos y te das cuenta de que en un día terminan diez cajitas de betún, mientras que en los días regulares una semana le alcanza una cajita. Ese día son como diez semanas de trabajo. Ese día se empeñan joyas, anillos, hay un movimiento fuerte en estas casas de préstamo y en los bancos ni que decir. Vas a ver la señora sandwichera que se ha ido a empeñar su anillo por 200 bolivianos y eso tiene que invertirlo en la Fiesta del Gran Poder y tiene que darle ganancia. ¿Y para cuánto sirve esta ganancia? De cuatro a seis meses para poder cuidar a sus hijos. En los talleres, las pollereras están trabajando como nunca; esta gente que no tenía trabajo hoy en día tiene trabajo. O sea, la fiesta de Gran Poder genera una situación económica muy fuerte de inversión, lo que el Estado no da, lo que el Estado no ofrece. Entonces, los políticos lo han visto y quieren meterse porque quieren sacar rédito de allí. Excluyendo el pago del público, considerando solo los folkloristas esto llega a sumar más o menos 20 millones de dólares. Por eso nosotros decimos ‘la industria sin chimenea’ en un aspecto ecológico del término (Alejandro Chipana, en entrevista con el autor, 13/03/04)..
Cerveza gran poder

18 de febrero de 2022

LA ECONOMÍA ESPIRITUAL DEL BAILE

No todos pueden costear bailar en el Gran Poder. Los gastos mínimos incurridos por una pareja de folkloristas para bailar morenada en la entrada incluyen una cuota que va de ciento cincuenta a doscientos dólares, pagada a los pasantes y que es considerada una contribución a los costos de la celebración (‘flete’ de trajes festivos, música y cerveza); alrededor de quinientos dólares para el terno y los vestidos (“las paradas) extremadamente finos utilizados en la diana y el convite (para una pareja que baila por primera vez el gasto en ropas puede fácilmente duplicarse); y alrededor de doscientos dólares en joyas y adornos corporales.

En el 2004 el auspiciador más importante de la Fiesta del Gran Poder, la Cervecería Boliviana Nacional (CBN), todavía pagaba su auspicio en especie a la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder. Su auspicio consistía en 5500 cajas de cerveza por un total de 66.000 botellas – equivalentes a más o menos 35.000 dólares. Para dar otro ejemplo de la cantidad impresionante de dinero reunida y gastada en la fiesta, especialmente entre las fraternidades de morenada, basta con mencionar el caso de una banda argentina que fue contratada en el 2004 por una suma de 15.000 dólares para entretener a los miembros de la fraternidad de Los Intocables luego de la entrada.

Cuando primero le pregunté a mi amigo Justo Soria si pensaba que la cercana concomitancia entre los valores religiosos y los materiales en la ostentosa entrada del Gran Poder era contradictoria, me respondió que mi preocupación reflejaba el habitual sermón del clero. Según Justo, el tata estaba feliz con este derroche de recursos en su nombre. Las exageraciones durante la celebración eran una forma de ‘hacer reverberar’ el tata en cada calle y cada esquina de la ciudad, así como de magnificar la fe y la devoción entre los habitantes de la ciudad. Mientras más abundante la entrada, mayor la ‘atracción’ y el alcance del tata Gran Poder.

Varios estudios etnográficos han observado el despilfarro extraordinario de recursos en las fiestas andinas (Buchler 1980; Mendoza 2000; 109-162) en comunidades aparentemente empobrecidas. Una efectiva metáfora es a menudo utilizada por mi amigo Luís Jiménez para darle sentido a la exageración del gasto en decoraciones, telas y música. Después de contar los cientos de dólares necesarios para organizar la fiesta, Luís comentaba fervientemente ‘botamos la casa por la ventana’.

Los hábiles emprendedores locales, dueños de prósperos negocios, no renunciarían a la inversión ‘irracional’ de recursos en las actividades religiosas y sociales del Gran Poder. La explicación para este espectáculo de prósperos comerciantes ‘sacrificando’ recursos cruciales en una fiesta religiosa ha sido tradicionalmente racionalizada como producto de la incertidumbre en el estilo de vida urbano, de la calidad volátil de la actividad económica en uno de los países más pobres de América Latina y, finalmente, de la proliferación de creencias espirituales en un contexto de incertidumbre y miedo por el futuro (Himpele 2003: 237-238). Cuestiono esta asociación simplista de la dimensión espiritual de la economía del Gran Poder y de la entrada misma con una inseguridad mental derivada de las condiciones económicas volátiles en Bolivia. En realidad, argumento que la entrada es una fuerza y evento que crea las condiciones para poderse dar desarrollo económico. Como comenta Justo, en el Gran Poder lo económico y lo religioso no son simplemente entrelazados inextricablemente hasta convertirse en expresiones uno del otro, sino también permiten la reproducción de cada uno. El monto de recursos materiales vertidos en la organización de la entrada también activa un mecanismo de circulación de la riqueza que es beneficioso no solamente para la comunidad, pero también para las fuerzas cosmológicas.

Al auspiciar la entrada, el pasante, generalmente un miembro pudiente de la fraternidad, utiliza su poder económico para apoyar a la fraternidad y a sus miembros, mientras recibe reconocimiento social y amplía su red social. Si para algunos el ser un pasante es una cuestión de prestigio y una demostración de habilidades sociales tanto frente a los otros miembros de la fraternidad como frente a Dios, ‘pasar la fiesta’ puede también garantizarle una indemnización social o inmunidad – como lo sugiere el nombre de la fraternidad más grande del Gran Poder, Los Intocables – y una consolidación del propio estatus en la comunidad.

En algunos casos, sin embargo, la conveniencia del pasante es mucho más aparente. Es una práctica bastante común que en las fraternidades que reúnen miembros del mismo gremio un ‘simpatizante’ externo auspicie la fiesta con el objetivo más o menos explícito de que el sindicato le facilite la apertura de su propio comercio. En algunos casos, se murmura que el pasante utiliza el dinero de la fraternidad (dinero de las cuotas) para enriquecimiento personal. Sin embargo, hay reglas estrictas que sancionan este tipo de conducta y existe una seria preocupación moral en la comunidad por la utilización del dinero, no para beneficio del individuo sino más bien en el interés de la fraternidad.

El economista y folklorista Alejandro Chipana afirma que la Entrada del Gran Poder es capaz de generar riqueza por el simple hecho de hacer que las cosas se ‘muevan’ – que circulen a través de los límites sociales y geográficos. Como hemos visto en la introducción, en los Andes, la circulación ha sido a menudo considerada como una fuerza cosmológica, capaz de hacer crecer las cosas y ‘dar a luz’ (Harris 2000). En el Gran Poder, el concepto de ‘circulación’ que varios antropólogos han considerado fundamental en la descripción y articulación de una cosmología andina ha sido sustituido por el concepto de ‘movimiento’. Sea en las actividades religiosas relacionadas a la Fiesta del Gran Poder, sea en las actividades económicas de los comerciantes, el ‘movimiento’ mismo de mercaderías, de dinero y de personas aparece como una fuerza fundamental capaz de reproducir riqueza y crear relaciones sociales articulando diferentes grupos y zonas urbanas.

Alejandro resaltó que la calidad circulatoria y reproductiva del Gran Poder se funda en la fe de que el dinero invertido en el Gran Poder será devuelto al siguiente año con un ‘interés’ sustancial. “Mira a los carniceros por ejemplo, han estado bailando en la fiesta por décadas. Hoy están muy bien acomodados porque hicieron una inversión con fe” (Alejandro Chipana, en entrevista con el autor, 13/03/04).

El intercambio de recursos materiales y de dinero contribuye a este movimiento ‘encantado’, atravesando los límites, los grupos sociales y los dominios. En el Gran Poder esa fluidez es reproducida aún más por al menos dos fenómenos visibles. Uno es el ‘intercambio de baile’, un acuerdo informal entre grupos e individuos del Gran Poder y residentes de otros barrios o ciudades. El pacto se basa en el compromiso hecho por el forastero de bailar en el Gran Poder en el grupo de su amigo o compadre. A cambio de esta promesa, el compadre del Gran Poder se compromete a participar en la siguiente fiesta del santo patrono en la ciudad o barrio del forastero. Este ‘intercambio de baile’ ha generado un movimiento y una red tan extendidos, que folkloristas peruanos de Puno, viajan a La Paz para la Entrada del Gran Poder y los locales responden al bailar en la fiesta de la Virgen de la Candelaria en esa ciudad fronteriza. Don Froilan Flores enfatizó orgullosamente que estaba yendo a bailar a la Argentina para honrar un compromiso con los migrantes bolivianos en el vecino país. El ‘intercambio de baile’ en el territorio nacional es incluso más intenso, especialmente con sectores rurales en el altiplano – que a menudo están conectadas con los folkloristas del Gran Poder por lazos de parentesco.

El ‘intercambio de baile’ se complementa aún más con otro evento característico de las fiestas andinas contemporáneas. El traje festivo utilizado en el Gran Poder rara vez es de propiedad de los folkloristas, pero es más bien, alquilado (fletado) de los bordadores que son los guardianes de estos objetos preciosos y costosos. Los mismos trajes utilizados para la Entrada del Gran Poder son sucesivamente fletados por los folkloristas de El Alto para la celebración del 16 de julio. Sucesivamente, los mismos trajes son utilizados en entradas ‘menores’ a través de todo el altiplano boliviano, generando una circulación de trajes que, como fuera mencionado anteriormente, algunas veces atraviesa las fronteras y comunidades nacionales.
El Señor vestido con los colores del auspiciante Paceña (o viceversa) en una invitación de la fiesta.