16 de septiembre de 2020

Los Señores de El Gran Poder - LAS DOS IGLESIAS DEL GRAN PODER Parte 3

El entredicho, según Mons. Pastor Taboada, duró cinco años. Se cuenta incluso que por ese tiempo alguno de los clérigos implicados en la contienda andaba por la calle siempre armado con su revólver oculto, por si acaso...
Los representantes actuales de la Junta de Vecinos, en su publicación de 1985 titulada Gran Poder, recuerdan aún
el conflicto en los siguientes términos:
“1942. El padre Otzen empecinado en su idea adquiere con fondos de la iglesia un terreno en la calle Max Paredes e inicia la construcción de un nuevo templo indicando la imposibilidad de ampliar y remodelar la capilla oratorio de la calle Gallardo. Una asamblea de vecinos se rebela contra esto e indica que no permitir el traslado de la imagen a otro lugar. Eligen una nueva junta vecinal encabezada por los señores Neptalí Encinas, José Ayoroa, Baldomero Casablanca, Félix Vera Cruz y otros, para defender los derechos de la zona.
1943. Monseñor Egidio Lari decide que la imagen se traslade al nuevo templo en construcción, pero la Junta junto a sus vecinos deciden tomar posesión judicial del inmueble para evitar el traslado. Inclusive ocultan la imagen varios vecinos indicando que darán su vida si es necesario. Por este motivo el Obispo Abel Antezana declara en entredicho a la capilla prohibiendo misas, bautizos, etc. Se organiza el Bloque Oeste de Juntas Vecinales constituidos por el Gran Poder, Nuevo Potosí, 14 de Septiembre, Belén, Alto San Pedro y Los Andes, en respaldo a la justa posición de los vecinos de nuestra zona quienes a su vez indican que harán ampliar la capilla con sus propios recursos”. (Chuly Junior, Gran Poder 1985, p. 4).
Mientras tanto la situación interna de los agustinos seguía confusa por la dificultad de comunicarse con sus superiores ordinarios en Holanda y también por las interferencias que en el caso tuvo la nunciatura, entonces en manos del no menos controversial Monseñor Egidio Lari.3 Hubo por ejemplo un momento en que un cable enviado por el superior de los agustinos desde Roma, en un nuevo intento de acabar el conflicto interno, fue interferido y ocultado por la nunciatura. Por fin en 1943 llegó un nuevo delegado con poderes desde Roma y este arregló el conflicto salomónicamente. Dio orden a los dos principales agustinos enfrentados a que ambos abandonaran el país. Uno de ellos obedeció inmediatamente, pero el otro no quiso; consiguió de su amigo el Nuncio un permiso de exclaustración y siguió ejerciendo como párroco de la nueva iglesia de abajo hasta fines de 1946; finalmente fue persuadido y se retiró a Holanda, su tierra, donde abandonó definitivamente la orden. El Nuncio regresó también a Roma, donde fue retirado de la carrera diplomática.

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3 de septiembre de 2020

Los Señores de El Gran Poder - LAS DOS IGLESIAS DEL GRAN PODER Parte 2

La tensión llegó a su punto máximo cuando el párroco y el vecindario de Ch’ijini Bajo hicieron el intento de trasladar la imagen a la nueva iglesia. Los de arriba se plantaron. El conocido escritor y folklorista Antonio Paredes Candia recuerda así aquellos tiempos:

“El fanatismo religioso llegó a extremos violentos. Hubo peleas, batallas campales, heridos y amenazas de sustracción de la imagen; y un atardecer, misteriosamente, desapareció del altar donde la veneraban. Las pesquisas fueron inútiles. Nadie daba razón de la pérdida. Más tarde, se supo que don Luis Cruz Salazar, en compañía de otros cofrades, la habían sustraído, temiendo que fuera trasladada a la capilla nueva, depositándola en el coro de la Iglesia Recoleta. El arzobispo declaró la capilla (de arriba) en entredicho, pero ninguno de los bandos cedió en su intento de ser custodio de la reliquia; los de Ch’ijini Bajo en trasladarla a su flamante capilla, construida expresamente para tal objeto. Después de muchos años de lucha, cedieron los últimos, llevándose tan solo una copia en bulto de la imagen del Señor del Gran Poder.” (Paredes 1976: 118-119).

Mons. Camacho da la siguiente explicación del entredicho, o prohibición de todo acto de culto, al que Paredes sólo alude muy de paso:
“Al anoticiarse (los de arriba) que estaban edificando para trasladar la imagen, se plantaron, y dijeron,
– Aquí ha venido el Señor y aquí va a estar. ¡Vamos a edificar nosotros una capilla más grande!
Entonces formaron una junta aquí (arriba) y otra allá (abajo). Los de la junta de arriba, por falta de conocimiento del Derecho Público Eclesiástico, pensaron que por ser colectores de la gente eran los propietarios.
Entonces tuvieron un impase con la autoridad eclesiástica. Todo templo, toda capilla es siempre edificada por el pueblo; pero en cuanto a la propiedad se refiere, para tener las relaciones con el poder civil, si quieren que haya culto en ese templo, deben transferir la propiedad al arzobispado, quien en resumidas cuentas es también propietario del templo. Pero esto no lo entendieron por falta de quien les asesore.

Este entredicho duró ocho años (?). Fueron excomulgados algunos miembros de la Junta de Vecinos, de tal manera que, llegada la fiesta de la Santísima Trinidad, llevaron la imagen a San Francisco; pero, estando en entredicho, ningún sacerdote podía celebrar. Entonces ellos siguieron edificando el templo. Se opusieron a que se trasladase la imagen. Robaron. Ocultaron el lienzo. En fin, fue un suceso que tuvo trascendencia en toda la ciudad. Como seminarista tuve oportunidad de leer pasajes de este hecho en La Razón, más o menos por el año 41. Hasta hubo luchas campales entre vecinos bien armados, que decían, – Esta imagen no se va a trasladar allí.

Fue un asunto que le dio muchos dolores de cabeza al arzobispo, monseñor Antezana. Cuando se terminó el templo (de abajo) y llegó el momento de trasladar la imagen, los vecinos se plantaron. Estaban resueltos a impedir este traslado trenzándose en lucha campal”.

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2 de septiembre de 2020

Los Señores de El Gran Poder - LAS DOS IGLESIAS DEL GRAN PODER Parte 1

El culto y la nueva fiesta siguieron sin mayores novedades hasta fines de la siguiente década. Pero entonces, siendo ya arzobispo monseñor Abel Antezana, llegó a La Paz el primer grupo de padres Agustinos holandeses, que varios años antes ya se habían establecido en el país. Mons. Antezana les propuso que se instalaran en el barrio de Ch’ijini para que allí, en torno al culto del Señor del Gran Poder, se constituyera una nueva parroquia con atención estable. De esta forma en 1939 se instaló en la calle Eloy Salmón una pequeña comunidad agustina.

Uno de los padres, el controvertido Irineo Otzen, quedó encargado directamente por el superior de Holanda para
implementar la parroquia. Su primer paso fue buscar un terreno en la misma zona de Alto Ch’ijini donde estaba
la antigua capilla, pero ahí nadie quiso vendérselo. Finalmente lo consiguió en el llamado Bajo Ch’ijini, en la calle Max Paredes, que entonces seguía siendo el límite con la ciudad propiamente dicha. Allí empezó la construcción del nuevo templo, y con ello también los conflictos.

Por aquel tiempo el culto al Señor del Gran Poder ya estaba bien establecido en la capilla de arriba. Cada viernes se reunían numerosos devotos y, además, el día de la fiesta –mayo o junio, en la fiesta móvil de la Santísima Trinidad– se concentraba tal multitud, que era preciso una guardia de unos 200 policías para mantener el orden.

Era pues comprensible que los vecinos de Alto Ch’ijini, quienes con su esfuerzo espontáneo habían puesto en marcha esta devoción, identificada desde un principio con su barrio en crecimiento, no quisieran un traslado al nuevo templo.

De esta forma las tensiones iban en aumento a medida que avanzaba la obra. El conflicto tenía como dimensión inicial este antagonismo barrial entre Alto y Bajo Ch’ijini.

Pero además se sumaron otros factores.

Al nivel eclesiástico hubo un primer conflicto entre agustinos. Corría por entonces II Guerra Mundial y los religiosos habían perdido todo contacto con sus superiores en Holanda. Uno de los que estaban en Bolivia (en Yungas) había quedado nombrado como delegado y este, de acuerdo con los demás frailes de la comunidad de Eloy Salmón, al ver los conflictos que se generaban y aumentaban con la construcción del nuevo templo, ordenó que se suspendieran las obras. Pero el P. Irineo apeló al nombramiento inicial recibido de Holanda y prosiguió. Tenía de su lado al Nuncio y a un grupo de gente de extracción social relativamente pudiente que le estaba cooperando en la construcción. Pero internamente siguió el problema como iremos viendo más adelante.


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