29 de septiembre de 2021

Video Urkupiña 2019: Fraternidad Incas Juventud Mallkus Perdidos

EVOLUCIÓN DE LA FIESTA DEL GRAN PODER Parte 4

 A las doce y treinta se efectúa la Procesión General. La imagen, sobre andas adornadas de flores y tules, es acompañada por el Señor Preste, que ceremonioso y pleno de orgullo sostiene el Guión de la Junta de Vecinos, junto a los Caballeros del Santo Sepulcro, que se distinguen por una argolla morada en el brazo; a los bailarines, pueblo y carros decorados”.

Entre los bailarines que aquel año acompañaron la procesión (no había todavía Entrada) y siguieron actuando por las calles del barrio, se menciona algún grupo que continúa hasta hoy, como la Diablada Tradicional del Gran Poder y Los Ch’utas del interior; otros nombres ya han desaparecido. Paredes aclara que por aquella época, “en su mayoría son disfrazados de diablos”. Habla también de sikuris, tundiquis (negritos), awki awki, y subraya la importancia de los doctorcitos, variante modernizada del anterior. Concluye señalando la dimensión religiosa con que participan esos conjuntos:

“Los conjuntos folklóricos tienen de obligación de dar el primer baile y el remate, o sea el último, en la puerta del templo, como demostración de respeto a la imagen, por tradición religiosa y también por superstición, cuyo fondo es temor al castigo divino que puede llegarles si no lo hacen”.

En contraste Antonio Paredes describe así la fiesta del mismo año en el Gran Poder Nuevo, de la calle Max Paredes:

“En esta capilla nueva, los festejos no tienen tanto colorido como en la antigua... Se ha restringido la presentación de conjuntos folklóricos de danzantes, las verbenas populares; y entregándose la organización de la fiesta, que en la otra está a cargo de un preste, a una Sub-junta de Vecinos."

Pocas son las características: exponen en la sacristía las vestiduras sagradas y los objetos litúrgicos, que el pueblo para mirarlas tiene que pagar veinte bolivianos por persona. En la puerta, niñas y mujeres prenden en las solapas de los transeúntes recuerdos, que ellas así llaman a pequeñas efigies del Señor del Gran Poder impresas, por las que también hay que obsequiar una cantidad de dinero.

Los curas, por no dar lugar a reuniones populares, se niegan hasta celebrar la misa de fiesta en el templo, motivo por el que los vecinos, ofendidos por esta actitud, insertan en sus programas impresos la siguiente nota:

“La misa de fiesta del Señor del Gran Poder de la calle Maximiliano Paredes se llevará a cabo en la Basílica Menor de San Francisco, por haber negado el párroco su celebración en su templo”. (Paredes 1976: 126-127).

Mons. Juan Camacho nos ofrece su propia visión de lo que era la fiesta una década más tarde, el año 1966. Se refiere al Gran Poder Antiguo:

“Cuando yo regresé de Europa Mons. Abel Antezana y Rojas me llamó a su oficina y me dijo: ‘No puedo arreglar este problema. A ver si tú pudieras.’ Le acepté por tres meses y me quedé cinco años... Tengo recortes de los diversos diarios donde dicen que el padre Juan Camacho puso fin al permanente entredicho entre la Junta de Vecinos y la Parroquia...

El año 1966 fue la primera vez que estuve aquí. Entonces no había la Entrada Folklórica. La fiesta no siempre ha comenzado con conjuntos folklóricos. Alguna vez aparecía un conjunto, dos conjuntos, si venían. A las dos aparecía un conjunto. Todos sacaban la cabeza por la puerta [de la iglesia]. Aparecía otro a las tres; otro a las cinco.

No había organización. Entonces uno de los entusiastas, junto con algunos conjuntos, era este señor Calderón. El presidente de la junta de vecinos era este señor Valderrama.

... Entonces les reuní y les dije: ‘¿Cómo podemos hacer para quitar la parte negativa de estos conjuntos y que haya una organización? La parte negativa es la embriaguez excesiva con los escándalos consiguientes... Resolvimos reunir a todos los conjuntos folklóricos que entonces llegaron a doce, para gran admiración de todos. Hicimos más de seis reuniones.

La directiva estaba compuesta por todos los cabezas de los conjuntos. Como vicepresidente estaba don Humberto Valderrama, el presidente de la Junta de Vecinos; y yo como presidente. Había donado yo diplomas para todos los conjuntos que entraran debidamente. Calificábamos nosotros desde el palco oficial que estaba ubicado en el balcón de la casa parroquial... Fue una entrada llena de colorido, lujo, belleza. Pasaron muy bien el día sábado. Calificamos sobre coreografía, presentación, etc. Personalmente les advertí: ‘Queda descalificado el conjunto que pase en estado de embriaguez’. Recuerdo que espontánea y libremente la Diablada de la Santísima Trinidad entró al templo y me buscó. Todos formados se sacaron la máscara e hicieron “el cuatro”... Después vinieron los Ch’utas del Interior diciendo, ‘Mire, padre, estamos sanitos’. Yo estuve muy feliz, aunque en los días siguientes se desquitaron.

... Esta fue la primera vez que se hizo una entrada organizada. Comenzó en el Cementerio y terminó al final de la calle Gallardo. Luego cada “conjunto se fue a la zona que le habíamos asignado, y durante una hora y media hicieron demostraciones coreográficas. Fue un espectáculo precioso. El jurado calificador recorrió los doce lugares.

¡Cómo se esmeraban!”.


25 de septiembre de 2021

EVOLUCIÓN DE LA FIESTA DEL GRAN PODER Parte 3

 En junio de 1955, a los pocos días de la celebración de la fiesta del Gran Poder de dicho año, el folklorista Antonio Paredes escribió un artículo, publicado unos años después, que nos señala las principales peculiaridades que tenía la fiesta hace unos treinta años. Reproducimos los aspectos más importantes (Paredes 1976; 119-127).

Su descripción se fija sobre todo en la fiesta de la iglesia antigua, por ser también la más tradicional y solemne: 

“Faltando un tiempo prudencial a la fecha, se reúne el vecindario, presidido por el párroco, y por aclamación nombra Preste para el año, a quien anticipadamente haya dado consentimiento para esa elección; generalmente es el vecino que durante el año haya tenido buenos negocios o su economía ha prosperado, lo que atribuyen a un milagro de la imagen y pasar la fiesta es una manera de agradecerle.

El Preste tiene por obligación organizar la fiesta; visitar oportunamente a los cabezas de comparsas, indicándoles dónde deben bailar. El día de la procesión, después de concluidas, recibe en su domicilio a las comparsas de danzantes, a la junta de vecinos, a los vecinos notables del barrio, y a los amigos en general, invitándoles comida, abundante bebida y baile hasta el amanecer. También paga los fuegos artificiales que se queman en la víspera... la misa de fiesta, amén de otros gastos como invitar durante ocho días pantagruélicos banquetes populares a todos los visitantes que se acercan a congratularle por el prestazgo.

El programa de festejos tradicionalmente es el siguiente: La Novena, que comienza diez días antes. La Procesión nocturna, que se efectúa el día 3 de junio [es decir, el viernes anterior a la fiesta móvil de la Trinidad, que en 1955 fue el domingo 5 de junio].

El 4, o sea día de la Víspera [sábado], en la tarde se realiza la entrada de automóviles decorados, que es un desfile suntuoso de carros tapizados por fuera con aguayos, donde se prenden platería antigua, objetos artísticos de toda índole, trabajos en oro y joyas finísimas. Es motivo de orgullo para el Preste, que en su año se hayan hecho demostraciones de mayor riqueza que en el anterior. Los carros que generalmente llegan a número de 25, o más, portan sumas fabulosas en oro y plata. En la noche del mismo día, a las 8 p.m., queman fuegos artificiales para continuar con las Verbenas Populares en las calles adyacentes a la capilla, donde se expenden bebidas alcohólicas que dan motivo de desenfreno público, desvirtuando el sentimiento religioso de la fiesta.

El día 5 [domingo de la Trinidad, el año 1955] de la fiesta, se celebran seis misas; la de Aurora a las cinco de la mañana; la Misa solemne, cantada por tres curas a las siete; de Comunión General, a las ocho; después dicen las de otros Prestes menores en jerarquía, cantada a las nueve, y otra a las diez a.m.

La Misa del señor Preste, se dice a las once de la mañana.

Es la más solemne, con profusión de cirios y flores en el altar; cantada por tres curas ataviados con lujoso indumento y orquesta en el coro. 



23 de septiembre de 2021

EVOLUCIÓN DE LA FIESTA DEL GRAN PODER Parte 2

 En aquellos primeros años esta Diablada salía de un tambo y bailaba sólo alrededor de la manzana. El otro conjunto más antiguo habría sido una morenada formada por cargadores de otro tambo, situado cerca del actual Cine Esmeralda. (Revista Turística, s/f).

La primera referencia en El Diario aparece sólo cinco años más tarde, cuando ya existía la capilla (21-V-32); no hay mención de grupos de danza. Extraemos del programa los siguientes datos:

La fiesta tenía, pues, las características de una típica celebración de barrio, sin mayores particularidades.

Así siguió en los años siguientes. En 1937 se especifica la entrega de la pavimentación de varias calles con asistencia del alcalde municipal, el prefecto y otras autoridades, seguida de “la entrada de bailarines indígenas”. Para el día siguiente, domingo, se anuncia la procesión y para el lunes, la “recepción en casa del preste”, que aquel año fue el Sr. Santiago Aguilar, apellido de una de las familias umaleñas más notables en el barrio hasta el día de hoy. (El Diario 21-V-1937).

Y así llegamos a los años 40, caracterizados por el conflicto ya explicado entre los dos templos del Gran Poder y, finalmente, desde 1946, por la coexistencia tensa pero pacífica de las dos parroquias. La prensa de la época cubre sobre todo la celebración más “civilizada” de la calle Max Paredes. Es significativo que en el segundo año de presencia del P. Irineo (cuando no existía aún el nuevo templo) la misa principal “con comunión” fue celebrada por el propio nuncio apostólico, Mons. Egidio Lari. A continuación hubo la “entrada general de comparsas” y la procesión. (El Diario 8-VI-1941).

Desde 1945 empezaron a celebrarse dos fiestas, una en cada templo, cada uno con sus características bastante distintas. El templo del Gran Poder Antiguo fue el que concentró en todo tiempo la fiesta más tradicional. En la iglesia nueva la organización corría a cargo de su propia Junta de Vecinos pero también de las “señoras, señoritas y jóvenes de Acción Católica”; había más misas, incluida una “misa blanca” ceremonia de singular contenido instructivo y nunca presenciada (El Diario 8-VI-1946); se organizaban kermeses, carreras de costales, etc.

En los primeros años de coexistencia de las dos parroquias ambas tenían la procesión a la misma hora, hacia el mediodía después de la misa solemne. Cada una tenía su propio recorrido, pero los dos cortejos solían encontrarse en algunos puntos del trayecto, y entonces menudeaban los insultos y pullas. Por fin, años después, hacia 1960 los dos párrocos entraron de acuerdo para que una procesión, la del Gran Poder Antiguo, siguiera siendo al mediodía y la otra se postergara a la noche. Así se hizo durante casi diez años. Pero después decidieron más bien hacer una sola procesión. Esta salía del Gran Poder Antiguo, pasaba por delante del Gran Poder Nuevo, donde se le unía la imagen y el párroco de dicha iglesia y así todos juntos concluían el recorrido en la iglesia de arriba. Con ello acabaron los problemas. Así sigue haciéndose hasta el día de hoy.


Comunicado del Ministerio de Culturas sobre la Danza de "La Diablada"

 


16 de septiembre de 2021

EVOLUCIÓN DE LA FIESTA DEL GRAN PODER Parte 1

 La celebración de fiestas con elementos autóctonos en la ciudad de La Paz es probablemente algo tan antiguo como su fundación. Desde siglos atrás, junto al núcleo “español” y “criollo” de la ciudad, esta ha tenido siempre sus barrios y parroquias periféricas “de indios”. Tales barrios jugaron un rol importante, por ejemplo, durante el cerco de Tupaj Katari en 1781, en que quedaron fuera de la zona cercada. Uno de los diarios de la época recuerda que el día de Corpus los indios hicieron “muchos bailes” y que andaban “entretenidos en sus danzas y borracheras”.

(Castañeda, 14 de junio 1781). En la época inmediatamente anterior a la consolidación de la fiesta del Gran Poder no faltan referencias a fiestas barriales periféricas, con sus músicas y danzas autóctonas. Por ejemplo, con ocasión de la fiesta barrial de Pentecostés  en Challapampa, que incluía una “entrada de bailarines aborígenes”, la prensa se queja en los siguientes términos:

“Los bailarines aborígenes en plena población.

Probablemente se debe a autorización dada por el intendente municipal, el que los habitantes indígenas sigan molestando a vecinos de Challapampa y San Pedro con sus danzas autóctonas. Una tropa de esos bailarines fue vista ayer a tres cuadras de la plaza Murillo”. (El Diario 18 y 23-III-1923). 

Se alegra, en cambio, de que otra fiesta en una antigua parroquia “de indios”, San Pedro, que ahora iba cambiando de pobladores y se llamaba Nueva La Paz, fuera perdiendo importancia:

“Por suerte en el presente año hemos podido observar cierta tendencia a dejar de lado la aparatosidad con que se acostumbra festejar ciertas festividades religiosas de carácter local en las diferentes zonas de la población, y en las que se concretaba el pueblo, especialmente el indígena, a embriagarse con exageración...

En cuanto a lo churrigueresco de la fiesta, algo también ha disminuido. Ya no se exhibieron esos grandes y antiestéticos altares donde el derroche de colorines chillones iba a la par con la ostentación tosca de frutos y productos, todo dentro de un marco abigarrado de indígenas ebrios de alcohol y de esa monótona y fatigosa música que desespera al más paciente.


Pero poco a poco, si no en forma radical, debería irse a la abolición completa de esta clase de fiestas que por su frecuencia no hacen sino constituir rémoras dentro de las diarias actividades de la población. (El Diario 30-VI-1926).

El tono de esas y otras notas periodísticas es típico de una época en que las oligarquías se apoderaban impunemente de tierras comunales y reprimían después sangrienta y fríamente los levantamientos de sus legítimos dueños diciendo que se trataba de “indios salvajes y primitivos”. Esa era la época de sublevaciones más represiones como la de Jesús de Machaca (1921) y Chayanta (1927). Recuérdese también que, cuando en 1925 se celebró el centenario de la Independencia, una ordenanza municipal prohibió que los “indios” entraran a la plaza Murillo para que la capital no desmereciera ante los ilustres visitantes llegados en dicha ocasión.

Es dentro de este contexto que en 1922 o 1923 nace en Chi’ijini la fiesta del Gran Poder, como expresión simbólica de la identidad del nuevo barrio. Vimos ya algunos primeros festejos desde antes de la construcción de la capilla en la calle Gallardo (1.3). Otra fecha citada como inicio formal e ininterrumpido de la celebración es el año 1927. El 19 de mayo de dicho año se fundó la Fraternidad Diablada de Bordadores, que sigue participando como la más antigua hasta el día de hoy:

“Fue fundada en acto solemne y con asistencia de todos los socios, en el local de nuestro socio Sr. Santos Laime, ubicado en las calles Illampu y Max Paredes (sic)... Estaba constituida por los siguientes bordadores: Lucio Chuquimia Illanes, Juan Chuquimia Illanes, Crisóstomo Chávez, Inocencio Quisbert, Gregorio Mendoza, Antonio Viscarra”. (Documento recordatorio de las Bodas de Oro, 1976).