6 de marzo de 2014

El contrapunteo del Carnaval

Picardía y zapateo. Las coplas de Carnaval son y serán un medio alternativo de interacción donde, encubiertos por las frases picantes, el coplero puede piropear, provocar al sexo opuesto.

Son las 11 de la mañana y como la noche anterior no paró de llover el aire está fresco, húmedo hasta casi pegarse a la piel, para hacerla tiritar. Pero ni las gotas extraviadas de las nubes pasajeras pueden lograr aplacar el deseo por disfrutar del Carnaval; y todos los habitantes del pueblo están pendientes de los petardos para comenzar a darse cita en la plaza principal de Capinota, a 66 kilómetros de la ciudad, apenas el reloj marque las 16:00.

Esta es una de las tradiciones que no cambia ni se actualiza, solo que ahora las comparsas tradicionales van disminuyendo su participación; lejos quedaron los días en los que sus coplas irrumpían en las calles.

Entre los recuerdos de infancia que añoro, se encuentra aquel medio día de la entrada de Carnaval, donde si bien al principio no se veía a las comparsas, los acordes de los charangos rompían el silencio del campo por las cuatro esquinas y a medida que se acercaba el sonido del rasqueo de las cuerdas del charango se distinguía un melodioso canto de la comparsa, que a su turno entonaba canciones picarescas.

La comparsa compuesta de hombres y mujeres iba del brazo avanzando en zig zag por toda la calle. Los copleros estaban vestidos con sus mejores galas y con la serpentina en el cuello como única alaja.

Zapateo tras zapateo, -levantando barro del suelo-. Carcajadas y carcajadas... la comparsa se acercaba a la avenida ancha de ingreso a la Plaza; donde no faltaban las invitaciones para descansar bajo el parral del patio, tomar una jarra de chicha, comer un platito carnavalero y claro aprovechar del charanguista y cantar a voz en cuello.

El carnaval popular

De acuerdo a Gustavo Rodríguez Ostria, en su publicación “el Carnaval cochabambino: de la plebe a la oligarquía” señala que hacia la cuarta década el siglo XIX, a poco más de 20 años de lograda la independencia de España, en Cochabamba todavía predominaba el Carnaval colonial, traído por los españoles, aunque fuertemente enraizado en tradiciones agrarias y religiosas de origen medieval europeo y costumbres campesinas e indígenas.

La calle era el lugar predilecto de los sectores plebeyos y populares.

Por su parte Alber Quispe Escóbar, sociólogo e investigador, relata que durante las fiestas de Carnaval, los pobladores obtenían la autorización para “alegrarse con las banderas” “en la plaza pública y calles”; ritual que posiblemente tuvo mucha afinidad con la antigua costumbre española de combatir por cuadrillas, arrojándose con frutas, mientras se preparaban relatos y cánticos de formas humorísticas, irónicas y satíricas.

ORIGEN DEL CANTO

La escritora Gaby Vallejos Canedo, en su ensayo “Coplas y comidas en la Llajta” afirma que las coplas o cantares en Latinoamérica son expresiones que se desprenden de los romances españoles.

Éstas son expresiones poéticas populares, construidas a partir de cuartetos de varias rimas. Estas manifestaciones populares se adhirieron al espíritu de los pueblos y a la música.

“No se concibe una reunión donde no se escuche como elemento fundamental, las coplas de amor, coplas políticas, eróticas, religiosas, etc. Las coplas son el alma de la fiesta” señala Vallejo.

Por su parte, la socióloga Tania Suárez asegura que esta es un costumbre prehispánica que no se practicaba solamente en Carnaval. Una teoría que plasma en su investigación: “Encarnación de lo popular en el verso valluno”. Es allí donde afirma que las coplas son parte de algunos poemas que se tenían en la época preincaica, como la kashwua y el wawaki, que se cantaban para cuidar los frutos y los productos naturales.

Por su parte, el antropólogo José Antonio Rocha afirma que el Carnaval en la sociedad campesina del Valle Alto es una actividad de regocijo, que va de acuerdo al ciclo agrícola.

“Son costumbres de este tiempo las manifestaciones de espiritualidad, ritualismo, festejos y de abundancia gastronómica, que se celebran a nivel familiar y comunitario”, dice Wilfredo Camacho, investigador sociocultural.

De igual manera Camacho afirma que la característica de esta región constituye los takipanayakus (coplas de contrapunteo), con un ritmo y contenido diferentes a las coplas de Santa Vera Cruz y Todos Santos.

Además de los bailes alegres y la organización de “pandillas” o comparsas que recorren los prados y las calles de los pueblos y las comunidades.

Significado de las coplas

La historiadora Rosa Elena Novillo Gómez dice que la copla es coloquial y directo, aunque se acude a menudo al doble sentido para conseguir efectos cómicos, sobre todo lascivos.

Una de las características de la copla es que el pueblo era quién hacia suya la composición poética sin saber quién era el autor.

De acuerdo a Novillo la copla está compuesta generalmente por cuatro estrofas que tienen versos de arte menor, dispuestos en forma de cuarteto de romance, de seguidilla o de redondilla.

En base a los estudios de Jesús Lara (1959) se agruparon las coplas en varios tipos: coplas amatorias, sentimentales, políticas, religiosas y picarescas; las cuales se mantienen vigentes en las diferentes festividades del valle cochabambino.

El sentimiento poético de los vallunos tiene la ocasión más propia para demostrar su alegría en los días del Carnaval. Cuando los jóvenes, varones y mujeres salen a las calles de los pueblos o en las laderas de los campos. En este recorrido, al son de guitarras, charangos, acordeones visitan las casas más importantes para cantar coplas esperando como único pago una bebida alcohólica de maíz (chicha), la cual generalmente es ofrecida en tutumas o vasos, a no ser una copla.

José Antonio Rocha asegura que en ocasones se buscan o escogen los temas o el objetivo al cual están dirigidas las canciones, que en algunos casos suelen ser las personas con las cuales se tuvo una relación afectiva.

EN LOS CARNAVALES

TODO SE SOPORTA...

El canto de las coplas en Carnaval es parte de una tradición muy difundida en la región. Esto se debe a que es un tiempo de juego y travesuras, esta es la parte en la cual comienza el desafío entre grupos copleros.

Rosa Elena Novillo afirma que el contrapunteo es un intercambio de coplas, por lo general entre hombres y mujeres, en forma individual o en grupos. Esta práctica requiere de mucha habilidad musical y mental, que hacen rimar su canto con gracia, humor, y conocimiento de un tema específico.

De acuerdo con la historiadora, el coplero es aquella persona que tiene mayor conocimiento de la vida y costumbres del departamento de Cochabamba, además posee una extraordinaria agilidad mental y facilidad de expresión para decir cosas sin perder el ritmo, la afinación, la letra terminal, la vocalización y sin titubear durante el encuentro coplero.

Solo queda una fracción de segundos para que el grupo contrario responda con otra copla.

El contrapunteo

El lenguaje de las coplas es coloquial, directo, aunque a menudo se recurre al doble sentido para conseguir los efectos cómicos y burlescos que se busca. Además que la repetitividad y tradicionalidad las convierten en parte del ritual, entre juego y competencia. Aunque también es un momento en el cual se pueden resolver algunos conflictos y diferencias.

Tania Suárez dice que la copla, al igual que el tinku, es un encuentro, una pugna verbal entre ambos sexos, donde el verso más pícaro será el ganador. Sin embargo, en todo este contrapunteo se respira transgresión, provocación y burla, todo invita al desborde.

La copla suele caer mejor cuando la rima es elegante, sutil y muy ingeniosa.

Aunque últimamente esta regla ha cambiado pues la parte sexual se ha hecho mucho más manifiesta y la ridiculización es una de las principales cartas a jugar durante el contrapunteo de las comparsas.

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