15 de agosto de 2009

Full color y danzas en la fiesta de Urkupiña


• Unos 15 mil danzarines animaron la Entrada Folklórica en Quillacollo


• 60 fraternidades hicieron el recorrido exhibiendo danzas y vestimenta


• Hoy es la misa central en la que se espera la asistencia del Presidente

Trajes con una mezcla de fantasía, color, brillo y lujos; alegría y entusiasmo de bailarinas junto al empuje y gallardía de los más de 15 mil danzarines, en una caravana de más de 60 agrupaciones, formaron parte del abigarrado panorama con que transcurrió la pleitesía a la Virgen de Urkupiña, en la Entrada Folklórica de Quillacollo.


La nota negra la dieron un policía que disparó su arma de fuego en una reyerta callejera, los 11 ciudadanos peruanos detenidos cuando llegaban a Cochabamba, los comerciantes ambulantes que mancharon la fiesta, la borrachera sin control, especialmente en la noche, y la propaganda electoral en el fiesta.

El comienzo era bueno. A diferencia de versiones anteriores, las comparsas se anticiparon 10 minutos en el ingreso y ocho puntos de control coordinaban a través de radios portátiles, para evitar los molestos “baches”.
Así, bajo un sol ardiente y un cielo abierto, imponentes morenas, sicuris de penachos altivos, ágiles y macabros tobas y arrogantes caporales, deslumbraron a más de medio millón de personas que se congregaron a lo largo de los más de cuatro kilómetros del recorrido.


Hubo de todo, elegantes doctorcitos, salay, suris, valluneadas, chapaqueadas, pujllay, saya, kullawada, llamerada, tobas con máscaras impresionantes, incas, impetuosos tinkus, exquisitas caporalas como las de los Zambos Caporales, que ingresaron en medio de un cordón humano de seguridad para evitar posibles excesos del efervescente público masculino y todos llegaron a los pies de la Virgen María de Urkupiña, para ofrecerle su baile y expresarle su devoción. Algunos de pie y en silencio, otros de rodillas y con una oración a viva voz o acercándose a tocar su manto, mostraron su fe y se emocionaron ante la imagen que “salió” del templo de San Ildefonso a recibir a sus hijos.


Lo terreno se mezcló con la religiosidad y la mayor expresión fueron los atavíos de los danzantes. Hubo de todo, desde botas de morenas fabricadas con tela de jean y adornadas con flores o rozones, pasando por trajes de morenas en tonos plata y negro que parecían versiones “mini” de vestidos de fiesta, hasta disfraces en pedrería.


Era imposible no admirar la belleza del atuendo de un grupo de figuras de la Morenada Real Urkupiña, vestidas con los colores del pavo real. Su traje era de un tono celeste nacarado, con aplicaciones de lentejuelas azul marino y rosa, sus sombreros en un tono similar llevaban plumas de la misma ave. Izela Yugar, una de las morenas, dijo que eran auténticas y las adquirieron a 60 bolivianos la docena.


Otras morenas llevaban como adorno en las mangas gigantes arañas, hechas de espuma, en furiosos tono naranja, verde y celeste. Aunque los más imponentes fueron sus acompañantes, los morenos de la fraternidad Real Explosión de La Paz, que llevaban enormes y coloridos escorpiones del mismo material sobre sus capas.

Junto a un repentino cambio de ritmo, unas largas cabelleras azules y elaboradas máscaras de más de un metro de altura, fueron la carta de presentación de la Diablada 14 de Septiembre, en la que un grupo de angelicales chinas iban vestidas de blanco y alas del mismo color.


Las hermosas chinas fueron aplaudidas por el público, aunque no tanto como un par de waca wacas de Nuestra Señora de Asunción que llamaron la atención de la gente por su estatura y largas pestañas. ¡Son travestis!, gritó alguien y toda la gente arrancó en aplausos y silbidos de entusiasmo mientras las waca wacas retribuían imprimiendo garbo y energía en su baile, a pesar del peso de su traje. Su compañera, Betty Mamani, permitió contar 18 polleras sobre sus caderas y dijo que se llevan hasta 24.


Entre los peinados, hombres y mujeres se volcaron por los reflejos dorados y se vieron muchas trenzas rubias.


No era difícil completar el atavío con lujo, brillos y colores porque varias casetas de maquilladoras, peinadoras y manicuristas se instalaron en el punto de partida, sobre la avenida Martín Cárdenas. Se podían conseguir pestañas postizas por 20 bolivianos, maquillaje por 15 y hasta la aplicación de protector solar por ocho bolivianos. “Faltan manos”, dijo Aidé Vargas, quien instaló su puesto desde el jueves pasado.


Tanto esfuerzo de las fraternidades tenía por objetivo agradar al público y éste no salió defraudado. Como Wilman Lino, que llegó de Puerto Guijarro para la fiesta. “Es la primera vez que vengo y estoy maravillado, soy fanático de los caporales”, dijo mientras su esposa y sus primos asentían. La familia Lino ocupaba 10 asientos comprados a 50 bolivianos, en la avenida Martín Cárdenas.


Unas cuadras más allá, estaban Zé y Vera, una pareja de brasileños que no conseguían llevar el ritmo a los caporales del LAB, pero eso no mermaba su entusiasmo y disfrute.


Algo similar le pasó a una pareja de alemanes que iban detrás de la morenada Ferrolux, Paceña en mano, felices de participar de la algarabía.

Lo Positivo


• La fiesta comenzó puntual, incluso 10 minutos antes de lo programado.


• Los grupos estaban muy bien organizados.


• Se vieron pocos baches.


• Los bailarines lucieron sus mejores trajes.


• Los vecinos cooperaron con baños y servicios básicos, como el agua.


• Se hizo campaña de higiene y control contra la gripe A H1N1. Repartieron barbijos y alcohol en gel.


• Había material de promoción de turismo.


• Se distribuyó material de orientación del padrón biométrico.


• El Sedeges y la Cruz Roja reportaron pocos casos de niños perdidos y heridos, respectivamente.

Lo negativo

• La borrachera fue el común denominador, especialmente en la noche.


• La calle Pacheco, una vía bastante estrecha, fue escenario de desórdenes.


• Un policía vestido de civil hizo cuatro tirso en una pelea callejera.


• Once ciudadanos peruanos, presuntamente con antecedentes penales fueron detenidos cuando llegaban juntos en una flota a Cochabamba.


• La propaganda política inundó las calles con panfletería y gigantografías.


• Una persona no identificada hizo reventar una granada de gas.


• La basura, la borrachera y las heces y orines inundaron las calles en la noche.


• Hubo apiñamientos de gente.

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