14 de febrero de 2010

Entregada a su pueblo La Reina del Carnaval, Graciela Cuéllar, fue pura alegría en el corso cruceño

EL DEBER


Un colorido mar de gente llenó anoche la zona noreste del segundo anillo para ver el paso de 122 comparsas, grupos folclóricos y a la Reina del Carnaval, Graciela Cuéllar. El corso, que concluyó en la madrugada de hoy, se diferenció de las anteriores versiones por su aceptable fluidez y la organización de las comparsas, con algunas excepciones.


La Asociación Cruceña de Comparsas Carnavaleras (ACCC) tuvo la idea de instalar vallas altas en el inicio del recorrido (avenida Mutualista), lo que impidió la aglomeración del público y de los comparseros. En el resto del trayecto se colocaron las antiguas separaciones metálicas.
Bajo un cielo sin atisbos de las tormentas pronosticadas para la fecha, se desarrolló el corso que terminó en la avenida Cristo Redentor. Cuatro grupos folclóricos se encargaron de animar a la gente que desde tempranas horas de la tarde se apostó en sillas, tarimas e incluso en el suelo (cuando no de pie).
A los ballets les siguieron las 19 comparsas más tradicionales de Santa Cruz, precedidas por la Reina de Antaño, Alba de Castedo.


A las 21:30, Graciela Cuéllar ya estaba mandando besos y saludando a la gente desde un carro majestuoso, que sin embargo no la hizo visible para todos. Su traje en homenaje al Bicentenario del grito libertario cruceño se fusionó con la alegoría ecológica que la transportaba.


Los coronadores Fandangos se lucieron con sus atuendos: un grupo desfiló primero como indígenas de la época de la conquista. Otro representó a los criollos del siglo XIX, los que gestaron la libertad. Un tercer bloque mostró a los cambas de la actualidad con sus mujeres que evocaban la libertad por la que se sigue luchando en esta tierra.


Y no llovió, a no ser cerveza y espuma. Como siempre, estos ‘elementos’ se adueñaron del recorrido. Hubo comparsas de jóvenes que, al parecer, desde temprano ‘enfriaron motores’. La alegría era desbordante en toda el área. En la zona de tarimas o camarotes denominada Arete Guazú (desde la av. Beni hasta la Cristo Redentor) la fiesta era privada, pero igual de divertida. Sus organizadores, empresas y comparsas, trataron de mostrar un corso más turístico y lo consiguieron.

Comparseros. Gente de diversas edades se alegró por la llegada del Carnaval

“Hubo gente que se sintió enjaulada, pero me felicitó”
Marcelo Quevedo | Presidente de la ACCC
En cuestión organizativa, he visto este corso mucho mejor que el del año pasado. Funcionó bien el hecho de poner las vallas de dos metros al inicio y al final del recorrido. Hubo gente que se sintió enjaulada, pero me felicitó, porque así se evitaron las aglomeraciones y los cuellos de botella.
El retraso del desfile de comparsas se debió a que la prensa busca entrevistar a las reinas; además, muchos carnavaleros terminan de pasar con sus grupos y se regresan, no quieren irse y buscan continuarla.
Estoy satisfecho con mi trabajo, por lo conseguido. Ha sido un corso tranquilo, pese a que hubo mucha más gente que otros años. Las tarimas y camarotes se lucieron, fueron todo un espectáculo. Creo que eso se debe al apoyo de la gente para que este evento sea cada vez mejor, más atractivo.
Por supuesto que también hubo cosas malas que se escapan de control, como algunas peleas que se dan al calor de los tragos. Felizmente, la Guardia Carnavalera está capacitada para intervenir y que no llegue a mayores. Todo salió bien.

Blanqueando. El público se divirtió con la guerra de espuma. Los niños fueron los más entusiastas


Los hechos

Para hacerse recordar
Hubo grupos carnavaleros que quisieron que su paso sea inolvidable y por eso cargaron con regalos para los ‘miracorso’: dulces típicos (suspiros, birulos, etc.), muñecas, carritos y chocolates y otros; los Tangas obsequiaron diminutas prendas femeninas. Las comparsas de gente mayor repartió las tradicionales colitas o dípticos.

‘Garotas’ con los Januchos
Los Januchos se lucieron con unos bailarines de samba. Las ‘garotas’ brasileñas arrancaron suspiros de los señores con sus sensuales y coloridos vestuarios. Gente del público y de otras comparsas se animaron a danzar con ellas y otros no desaprovecharon la ocasión para fotografiarse a su lado. ¡Posaron encantados!

El carro tapó a la soberana
Fantástico, pero la Reina del Carnaval no se lució en él. El carro alegórico llevaba un lagarto en actitud de ataque a una paraba que, aunque bello, tapaba a la soberana de frente; de los costados, unos enormes reflectores dificultaron la visión del público. Seguro que quienes estaban en las tarimas la pudieron apreciar por estar en altura.

Lo que se vio

- Peladingos atrevidos. Como siempre, no faltaron los muchachos que, espuma en mano, se dedicaron a estropear los disfraces de algunos carnavaleros y el maquillaje de muchos bailarines de grupos folclóricos. Se vieron también los globazos con agua rozando el rostro de las soberanas de las diferentes comparsas; felizmente ninguno fue puntero.

- La Reina de Antaño, puntual. Alba de Castedo decidió iniciar el recorrido en un espléndido carro con forma de pavo real a las 21:00. La soberana de los carnavaleros mayores y de forma vitalicia de la comparsa Picaflores quiso ser respetuosa del público y por eso no esperó a que llegue más gente para verla. La señora derrochó alegría.


-Carros bien truchos. En algunos casos, la mala situación económica se fusionó con el mal gusto o la falta de creatividad de los comparseros. Hubo carros que de alegóricos no tenían nada. ¿Dos ejemplos? El de los Mamarrachos y el de los Cachivachis, que era un micro.

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