22 de febrero de 2010

Santa Cruz despidió el Carnaval 2010 Tradición. En los barrios se realizó el velorio y entierro del muñeco


Un numeroso y particular cortejo fúnebre, saltando al ritmo de la tamborita, acompañó al difunto Carnaval hasta el cementerio de El Pajonal, donde en medio de lamentos las lloronas dieron el último adiós y enterraron al muñeco que lo representa y que se lleva consigo las alegrías, los problemas y los recuerdos de esta festividad.
Con el tradicional Carnavalisto, los vecinos del barrio El Trompillo despiden la ‘fiesta grande’, al igual que diferentes comparsas y agrupaciones que con esta pintoresca celebración intentan rescatar costumbres antiguas de Santa Cruz, representadas con mucha alegría y creatividad.
“Queremos mantener las tradiciones auténticas de nuestra tierra. Compartimos con amigos y con nuestras familias para seguir dejando estas costumbres de herencia”, aseguró ‘Gringo’ Encinas, un vecino que junto a sus familiares y compañeros se reúnen desde hace 11 años en la plazuela del Canillita, donde comparten un churrasco y a las 18:00 inician la ceremonia tradicional.
Numerosas plazas fueron tomadas por los comparseros, que aprovechaban cada minuto antes de que llegue la hora del entierro, cuando se corta el trago y la música. Tal es el caso de la plaza de Polanco, donde los Indecisos disfrutaban el último baile junto a su muñeco.
Igualmente, en la avenida la Barranca, un espantajo armado con una polera vieja y un pantalón rellenos de lana, colgaba de un árbol rodeado de bailarines.
En la ciudadela de la Pampa de la Isla algunas calles fueron cerradas por los comparseros que compartieron el último día de mojazón. Los Parranderos bailaron con las flautas y tamboritas, y a lo largo de la avenida Virgen de Cotoca saltaron, seguidos de las lloronas que arrastraban a su monigote. A pocas cuadras, el grupo La Pesada también realizaba su recorrido. “En el pozo del entierro también metemos las penas y los altercados que hubo en las fiestas para que ya no estén el año próximo”, aseguró Fanny Justiniano, que integra una de las comparsas más antiguas de la zona.
A diferencia de los tres días de Carnaval, el centro cruceño descansó de la mojazón y pintura y se mantuvo tranquilo, ya que fueron pocos los vecinos que, con manguera y globos en mano, se dedicaron a mojar a los transeúntes.

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