22 de febrero de 2010

Los cruceños despiden la fiesta grande siguiendo la tradición que sobrevive con los años, sobre todo en los barrios donde la gente entierra esta fiest


Lloriqueos, lamentos entremezclados con risas, alboroto de los “peladingos” y la banda que “truena”, así es el entierro del Carnaval, representado por un muñeco que en Carnavalito los vecinos del barrio Oriental despiden el jolgorio hasta el próximo año.
Desde hace 13 años la comparsa Pichiculines realiza el entierro porque cuentan que si no se lo realiza algún integrante de la misma podría morir. “Es así la leyenda del entierro”, señala temeroso uno de los comparseros.
La fiesta comienza a las 13.00 cuando todos se reúnen para compartir un churrasco acompañada de algunos tragos y de la banda. La tarde está marcada por la elección de las tres reinas bufas (hombres disfrazados de mujeres) que serán las lloronas del muñeco, que en este caso se llama Evo, por todo el barrio. Las elegidas son Graciela, Teresita y La Propia.
“Lo enterramos en la intersección de los barrios Isuto, Tropical, Oriental y 15 de Julio”, comentó uno de los directivos de la comparsa, Widen León.
Efectivamente, luego de recorrer unas cinco cuadras con el muñeco en brazos, correteando a las mujeres y a los niños, las dolientes llegan hasta una esquina y entre sollozos de despiden del Carnaval.
Esta tradición también se realizó en otros barrios de Santa Cruz como la Pampa de la Isla, Plan Tres Mil y Villa Primero de Mayo, todos cargados de la misma alegría y entusiasmo de los dolientes.
Y así el jolgorio de los tres días y del Carnavalito fue despedido y será hasta el próximo año para que los ritmos cruceños truenen en las bandas, aunque en Santa Cruz no es necesario, pues en cualquier fiesta siempre se tocará un taquirari o un Carnaval.

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