12 de septiembre de 2012

Fe y devoción resaltaron en el encierro de la Fiesta Grande

San Roque, la Fiesta Grande de Tarija, culminó anoche en el atrio del templo, donde miles de promesantes y devotos, arrodillados y batiendo pañuelos blancos tras una larga procesión, le cantaron alabanzas con el compromiso de volver a venerarlo el año próximo. El responsable de la Comisión de la Promesa, Adolfo Baldivieso, informó que unos tres mil promesantes chunchos, ataviado con coloridas y elegantes vestimentas, recorrieron ayer el casco viejo de la ciudad durante unas diez horas bailando para el Patrono y visitando los principales templos de la ciudad y el hospital San Juan de Dios. “Los promesantes partieron desde la iglesia San Roque, bajaron por la calle General Trigo hasta la calle Bolívar y de ahí hacia la iglesia Catedral, donde los chunchos cantaron, luego tomaron la calle 15 de Abril para llegar a la iglesia San Francisco, desde donde se dirigieron el hospital San Juan de Dios, después en la calle Potosí hubo un breve descanso para luego volver al atrio de la iglesia San Roque, donde se cantó las alabanzas al santo para la despedida de San Roque”, describió.
Durante el trayecto, cientos de devoto dispusieron de mesas adornadas en las que descansaba por unos minutos el santo para bendecir a las familias. “La población en general recibió en sus mesas religiosas a San Roque, pero la gente debe comprender que el santo no pudo permanecer por mucho tiempo en dichas mesas por motivos de seguridad, ya que la imagen porta joyas de mucho valor”, indicó.

OTROS PROMESANTES
Además de los chunchos, cientos de otros promesantes fueron parte de la procesión de ayer, entre ellos los cañeros que acompañaron al santo con un ritmo plañidero; los tamboreros y quenilleros, que le ponen el ritmo a la danza; los alféreces que iban al lado de la imagen de San Roque; los fieles del campo que tocan intermitentemente la camacheña y la caja por detrás del santo, así como los feligreses que, por voluntad propia, reparten refrescos y refrigerios a los agotados bailarines.

SEGURIDAD
Baldiviezo indicó que fue necesario implementar dispositivos de seguridad en coordinación con la Guardia Municipal y la Policía Boliviana, puesto que era imposible que los organizadores controlen la procesión. “Son más de tres mil promesantes que es imposible de controlar, algunos chunchos se salían de la fila, otros se empujaba o querían adelantarse, provocando desorden”, lamentó.

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