25 de julio de 2016

“Cargamentos”, tradición que se transforma



Antes, durante la fiesta de la Virgen de Guadalupe en Sucre y la de San Bartolomé en Potosí, ingresaban magníficos “cargamentos” con platería y otras preseas de oro, como una muestra de devoción y agradecimiento a los patronos de estas dos ciudades. Con el paso de los años, los valiosos metales fueron trocándose por peluches, juguetes, flores y hasta productos agrícolas con poca platería. Esto ocurrió, principalmente, en la capital. La costumbre no varió en forma sustancial en la Villa Imperial.

Grover Choquehuanca Quintanilla es profesor de Estudios Sociales en el colegio Santa Rosa, ubicado en el municipio de Yotala. Él trabaja, además, en el rubro de la joyería y la platería desde los 12 años de edad, gracias a los conocimientos que le transmitieron su padre y su hermano mayor, y expresa a ECOS su preocupación por la pérdida de la esencia de los cargamentos, que de un tiempo a esta parte han ido incluyendo elementos que nada tienen que ver con la metalurgia.

Este docente es oriundo de Sucre pero su padre, Félix Choquehuanca Ibarra (fallecido), nació en el municipio de Caiza D, departamento de Potosí, en tanto que su madre, Alicia Quintanilla López, es de la capital potosina.

La fiesta y la platería
“Como trabajo en este oficio me preocupa esta situación y como soy profesor de Historia, valoro las costumbres y tradiciones bolivianas. Por eso investigué varias publicaciones sobre este tema, también leí la obra del historiador orureño Raúl Niño de Guzmán y del autor Núñez Díaz Del Prado, donde claramente dicen que esta costumbre tiene origen en la ciudad de Oruro”, comienza su explicación.

Según Choquehuanca, actualmente en Sucre nueve personas se dedican al flete de platería. Alicia Quintanilla López, su madre, es una de ellas. Hace 40 años que doña Alicia fleta piezas de plata de alta calidad, de 900 gramos, para el armado de cargamentos a confraternidades folclóricas, asociaciones de los mercados y sindicatos de gremiales ambulantes devotos de la Virgen de Guadalupe, la festividad religiosa más importante de la capital.

“Entre junio y octubre se celebran las fiestas de Santiago y de San Eloy, pero la más representativa es la fiesta en honor a la Virgen de Guadalupe”, reafirma el profesor Choquehuanca.

El costo del flete oscila entre 200 (el más económico) y 1.000 bolivianos, e incluye aguayos, piezas de plata (una sopera grande, unas 20 cucharas, un cuchillo y una paleta para torta, espumaderas cucharones, fuentes, candelabros y jarras), el vehículo de transporte, el armado y el chofer.

Orígenes
Choquehuanca sostiene que las ofrendas de plata y oro datan desde tiempos precolombinos. Posteriormente, en la cultura inca se ofrendaban objetos de oro y otros metales al Dios Sol, para agradecerle por sus bendiciones; ellos tenían conocimiento sobre fundición de metales y elaboración de objetos. “Lo mismo hicieron otros pueblos con la Madre Tierra, como muestra de agradecimiento por los frutos que les ofrecía”, agrega el docente.

Los cargamentos también evocan la llegada de los españoles a este lado de América. La conquista. La explotación de metales valiosos… En Oruro, representaban a las caravanas con metales que salían rumbo a España transportadas por jumentos.

Los cargamentos eran otra cosa: un asno o un buey, en cuyos lomos colocaban un phullu (frazada) y, encima, monedas y otros objetos labrados con plata pura. Más adelante, las bestias se cambiaron por motorizados.

“No era una forma de ostentar una fortuna familiar, sino un recuerdo de la esclavitud, del sufrimiento en las minas por la codicia de los españoles. Después le dieron un significado de ofrenda en algunas fiestas religiosas”, explica el orfebre.

Como le ocurre a toda cultura con el paso del tiempo, las tradiciones, costumbres y creencias relacionadas con los cargamentos han cambiado por el sincretismo. Pero también debido a la falta de conocimiento e información se pueden tergiversar. En Sucre, por ejemplo, se ha visto que algunos cargamentos incluso llevan productos agrícolas que evocan a la cultura yampara y el armado de las pukaras.

“El objetivo es que esta actividad costumbrista no muera ni se distorsione, es revalorizar y mantener su esencia a través de la historia”, aclara Choquehuanca.

En Potosí
La cuna de los plateros está en el municipio potosino de Caiza D, donde los artesanos forjaron gran parte de los objetos de plata que ahora están distribuidos en diferentes puntos del país y el exterior.

“Allí están grandes artesanos, mi padre también aprendió el oficio allí. La orfebrería es un oficio difícil de practicar”, comenta el profesor y orfebre a ECOS.

Él asegura que en Potosí hay más cargamentos que en Sucre y que allá no han sufrido tantas modificaciones.

La fiesta de San Bartolomé o de Ch’utillos es la principal festividad religiosa de la Villa Imperial, donde en devoción al santo ingresan decenas de nutridos cargamentos con la característica central de la platería conservada durante varias generaciones, aunque algunas familias también las fletan.

La del Niño Jesús es otra fiesta importante, en la que los devotos acostumbran anotar misas. Entre los días de la Navidad y el Año Nuevo, luego de la ceremonia litúrgica ingresan en procesión minicargamentos bien ataviados con platería. Hace varias décadas que sobresale, entre otras, la del Niño Jesús del Sindicato de Transporte Pesado San Cristóbal.

Choquehuanca espera que en Potosí se continúe preservando la tradición de los cargamentos, sin reemplazar la platería por flores, juguetes y otros elementos que desvirtúan su significado original.

“No era una forma de ostentar una fortuna familiar, sino un recuerdo de la esclavitud, del sufrimiento en las minas por la codicia de los españoles. Después le dieron un significado de ofrenda en algunas fiestas religiosas”, explica el orfebre y profesor de Estudios Sociales Grover Choquehuanca Quintanilla.


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