La Santísima Trinidad es un dogma de fe de la iglesia católica que llegó a América durante la colonia. Según Castaño, su representación y significado surgió en el seno de esta iglesia. La leyenda Dorada, escrita hacia 1270 por el Fraile Dominico Jacobo de Vorágine, Obispo de Génova, a propósito de la Trinidad explica que… por su afán de catequizar e imponer su doctrina por todos los medios, la iglesia católica intentó colonizar la imaginación de los indios y mestizos en la temprana colonia. Pero ésta fue un arma de doble filo: la iglesia cayó en la trampa, víctima de su propio invento, al ver que del dogma de la Trinidad surgía la perturbadora y ambivalente imagen de Dios como un monstruo humano de tres cabezas, con cuatro ojos, tres narices, tres bocas y tres barbas (Castaño, 2010: 61).
En el siglo XIII aparecieron las primeras adaptaciones del Vultus Trifons, como expresión de la Santísima Trinidad, la solución iconográfica alternativa fue utilizada con frecuencia y recurrió al viejo dispositivo de intentar demostrar la existencia de la Trinidad como dogma doctrinal, sin la preocupación por la monstruosidad que resultaba de una cara con cuatro ojos, tres narices y tres bocas. La iglesia, preocupada por los ataques internos y externos, había prohibido su uso en el Concilio de Trento (1545), reiteró dicha medida en términos severos en 1628, y otra vez en 1745. El Papa Urbano VIII (1568-1644) prohibió estas imágenes de tres rostros y ordenó destruirlas (Viceministerio de Culturas, 2004:3).
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