14 de marzo de 2011

Acacio, donde el Carnaval implica robar a todas las chicas solteras


Cuando Josefina Navarro, una joven de 22 años, llegó caminando a la Plaza del municipio de Acacio del norte de Potosí, la mayor parte de sus vecinos ya estaba alrededor del centenario chillijchi alistando sus atuendos para la tar- de.
Era la madrugada del domingo 6 de marzo, primer día de Carnaval. Como ningún otro día, Acacio -un pueblo que reúne a toda su gente que lo abandonó- estaba lleno de felicidad.
Los pasos de Josefina, aunque alegres, eran cortos y lentos. Los ojos le brillaban de puro nervio al ver que participaría del Carnaval de Acacio y, seguramente, el martes le llevarían serenata y le robarían, “como acostumbran hacer los hombres solteros con las solteras”, cuenta el anciano del pueblo, Gardenio Echeverría.
Por la tarde, los solteros y casados formaron comparsas separadas; los pasantes prepararon la comida y la bebida.
De la sombra del chillijchi salieron bailando todas las comparsas disfrazadas de distinta manera, unos con guitarra y otros con charango, hasta llegar a la casa del primer “alfere” o pasante, Mario Orozco.
“Por fin llegó, yawas vidita, este Carnaval. Ha llegado la hora, yawas vidita, de portarse mal. Al contrapunteo, yawas vidita, a contrapuntearse. Las coplas son coplas, yawas vidita, ni cómo enojarse”, cantaba Josefina con su comparsa.
Al otro día, la celebración es tranquila, cuenta don Gardenio. Los jóvenes bailan y cantan bajo el chillijchi y visitan a los pasantes para comer y beber.
A las cuatro de la madrugada del martes de ch’alla, las luces de las casas de las solteras se encendieron y los solteros fueron a sus puertas para cantarles “salaque” y robarles. Luego de dar serenata a las señoritas, se reunieron cantando y bailando hasta llegar al chillijchi, donde q’oaron y ch’allaron para la Pachamama.
Por la tarde, después de comer y beber en la casa del segundo “alfere”, don Gonzalo Medina, el más alegre de la fiesta se hizo atrapar con los “pillos” (guirnalda de flores) para ser el “alfere” del próximo año.
“A modo de festejar, toda la población se fue a los sembradíos para la paqhuma (sacar las mejores plantas) de choclo, papas, haba y otras”, cuenta don Gardenio Echeverría.
Para cada día de celebración (domingo, martes, jueves y el último domingo de Carnaval) se elige un “alfere”, el del jueves debe preparar comida y bebida para todo el pueblo y continúa la celebración.
Ayer, la población de Acacio despidió el Carnaval. Los solteros y casados, disfrazados, se alejaron del pueblo y regresaron con otra ropa a q’oar, ch’allar y atrapar con “pillo” al nuevo pasante.


Las tradiciones se pierden
El Carnaval de Acacio, hace unos 15 años comenzaba con la fiesta de Candelaria durante los primeros días de febrero.
Esos días, según comenta el jefe de la central agraria Narciso Lobera, se realizaba una carrera de caballos en las afueras del municipio.
El caballo ganador era montado por un pepino que ingresaba a la Plaza con pétalos y guirnalda de flores para repartir invitaciones y empanadas a las señoritas del pueblo, las invitadas especiales del Carnaval.
“Antes no habían globos, serpentinas o mixtura;
nos adornábamos con flores y los jóvenes correteaban con sus bañadores de agua. Cuando han ido a la ciudad otras cosas han aprendido”, recordó Narciso.
Para los pobladores, lo único que no cambia es la q’oa debajo el chillijchi, árbol de cientos de años que los protege.
“El chillijchi siempre estuvo ahí, lo vieron mis padres, mis abuelos y los abuelos de mis abuelos”, aseguró.

Más de la mitad de la población de Acacio está en Cochabamba
La población estimada en el municipio de Acacio para el 2006 era de 5.913 habitantes, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Sin embargo, afirman los pobladores que aún viven en el lugar que más de la mitad de la gente se fue a las ciudades capitales de Potosí y, principalmente, Cochabamba.
Las causas de la migración son la falta de incentivo a la producción y las condiciones de educación.
“Nuestros nietos quieren ir a la Universidad y se van con sus padres, somos muy pocos los que quedamos aquí”, aseguró Gardenio Echeverría.
“El Carnaval es una fiesta que reúne a los que abandonaron Acacio”, añadió.
Por la cantidad de gente, la fiesta que antes tenía una duración de un mes, se redujo a siete días, pero la mayoría de las personas se va el miércoles por sus actividades en la ciudad. Son algunos los que terminan el Carnaval.
Acacio es la segunda sección municipal de la provincia Bernardino Bilbao, del departamento de Potosí.

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