19 de marzo de 2017

Pujllay y Ayarichi, a dos años de la declaratoria de la Unesco


ESCOLLO ECONÓMICO

Conseguir que los jóvenes yamparas inviertan en costosos trajes para preservar su cultura, además de trabajar por su sustento diario, es todo un reto.

"Habría que ponerse montera y salir con pinquillos y espuelas para celebrar, porque el Pujllay y el Ayarichi ahora son patrimonio inmaterial de la UNESCO". Con esa emotividad, un 27 de noviembre de 2014, el embajador de Bolivia ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), Sergio Cáceres, daba a conocer al mundo la inscripción del Pujllay y el Ayarichi, músicas y danzas de la cultura yampara, en la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

Dos años y cuatro meses después de aquella denominación, originarios yamparas sienten que el Estado ha hecho poco para revalorizar esta cultura ancestral y velar por su defensa y preservación. Reclaman que las autoridades, en todos sus niveles, desde el nacional, departamental hasta el municipal, aún no traducen en acciones el título de la UNESCO y ponen como ejemplo que, año que pasa, el número de bailarines del Pujllay desciende en vez de aumentar.

A propósito de las tareas organizativas para el Pujllay 2017, uno de los líderes de la nación Yampara, Humberto Guarayo, reflexiona y señala a CORREO DEL SUR que la declaratoria de la UNESCO no se ha traducido hasta ahora en políticas claras.

Considera que, por el momento, los únicos que trabajan en revalorizar el Pujllay y el Ayarichi son los propios originarios que continúan incentivando la práctica de estos bailes, a pesar de las dificultades económicas de las comunidades.

¿A qué dificultades se refiere? Para Guarayo, la declaratoria de patrimonio inmaterial tiene dos connotaciones: la necesidad de preservar la tradición del baile y preservar las características de la vestimenta.

En el primer caso, demandan una tarea de retroalimentación con los jóvenes yamparas, quienes están llamados a preservar la danza, pero también con los músicos, que son complemento fundamental del patrimonio.

Plantean que el esfuerzo también apunte a la vestimenta, para que ésta mantenga su autenticidad y evite las distorsiones que actualmente se advierten en la ejecución de la danza, sobre todo en el resto del país.

“Nosotros trabajamos en cómo revalorizar, tiene que haber una retroalimentación entre los jóvenes. Nosotros hacemos esa tarea, incentivar a los jóvenes a que sigan bailando, que la juventud de hoy revalorice. Si no, de qué sirve el título de patrimonio, si los propios bailarines no bailan, si los jóvenes yamparas no están identificados”, asevera Guarayo y plantea que este aspecto sea contemplado por las autoridades.

Pero si bien los jóvenes yamparas están dispuestos a no dejar que se extinga el baile, la principal dificultad surge a la hora de contar con la vestimenta adecuada. La ropa original del Pujllay y el Ayarichi son tejidos artesanales muy costosos, los bailarines deben disponer de tiempo y recursos para elaborar los trajes, por cuenta propia. No existe ninguna instancia que apoye en este sentido. Conseguir que los jóvenes inviertan en costosos trajes para preservar su cultura, además de trabajar por su sustento diario, es todo un reto.

Fomentar que el Pujllay tenga mayor difusión y que mayor cantidad de personas lo interprete también debe considerar el respeto por la originalidad de los tejidos, si es que se quiere preservar adecuadamente el patrimonio inmaterial, señala Guarayo.

La distorsión del Pujllay se advierte en la interpretación de esta danza en las distintas entradas folclóricas del país e incluso en la misma Pucara de Tarabuco. Algunos de los instrumentos que se utilizan no son los pinquillos originales, por ejemplo, sino se utilizan tubos de Pvc. En cuanto a los trajes, las distorsiones alcanzan a telas elaboradas industrialmente que tienen origen peruano, así como otros elementos improvisados. Otra observación que realizan los originarios es que para el armado de la Pucara se introducen elementos que nada tienen que ver con la productividad de la región. Así, las pucaras que últimamente se arman en honor a los difuntos, incorporan botellas de Coca Cola, whisky, enlatados y otros bienes ajenos a la identidad agrícola yampara: puna y valle. Otro motivo de reflexión.

¿Es realmente difícil encaminar la tarea de preservación de un bien inmaterial? El patrimonio cultural no sólo comprende los monumentos y las colecciones de objetos, bienes que fácilmente pueden ser atesorados, sino también el patrimonio inmaterial. Éste abarca una serie de expresiones vivas heredadas de antepasados y transmitidas a los descendientes como tradiciones orales, artes, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativas a la naturaleza, el universo, o saberes y técnicas tradicionales de elaboración de objetos artesanales. Su tratamiento es mucho más subjetivo, requiere mayores esfuerzos y compromisos de las autoridades, en cuanto a la asignación de recursos, ante todo.

PLAN DE ACCIÓN

Consultadas sobre las acciones para revalorizar el Pujllay y el Ayarichi, las autoridades señalan que los dos últimos años no se perdieron. Se conformó un Comité de Salvaguarda en el que participan el Ministerio de Culturas y Turismo, la Gobernación de Chuquisaca y seis municipios donde se desenvuelve la cultura yampara. Se suman representantes de la Universidad San Francisco Xavier y la Dirección Departamental de Educación.

El alcalde de Tarabuco, Iver Meras, señala que este Comité está a cargo de toda la tarea de puesta en valor de estas dos danzas a partir del título de la UNESCO.

Humberto Guarayo, líder de los yamparas, critica que esté solamente integrado por instituciones, que elaboran “planes de escritorio”, y que no esté integrado por los legítimos actores.

La recientemente nombrada secretaria Departamental de Culturas y Turismo, Cloris Lambertín, coincide en la importancia de la participación de los comunarios y anticipa que pasado el Pujllay 2017 de Tarabuco, se iniciará una serie de talleres como parte de las actividades que plantea el plan de salvaguarda. El primer taller debía realizarse el 16 de marzo, en Presto, pero fue suspendido para después del Pujllay. El siguiente taller será el 27 de marzo, en Zudáñez, el 31 será en Icla, el 4 de abril en Yamparáez y el 6 en Tarabuco.

En la línea de lo que reclaman los yamparas, Lambertín detalla que el plan apuesta a la sostenibiidad social y económica, es decir, determinar cómo puede beneficiar la declaratoria de la UNESCO a los yamparas, adicionalmente a su actividad agrícola. Poner en valor la cultura y activarla son algunas de las propuestas, así como incorporar el tema en la currícula escolar.

El plan se elaboró en 2016 teniendo como protagonistas a las comunidades de seis municipios que involucra esta manifestación cultural viva: Tarabuco, Yamparáez, Presto, Icla, Sopachuy y Zudáñez. Define como ejes de acción fortalecer la transmisión de saberes y conocimientos a través de la educación regular, alternativa, especial y superior; establecer acuerdos y alianzas internas y estratégicas para la preservación del Pujllay y el Ayarichi; fomentar el desarrollo social a través de la promoción de actividades conexas a la manifestación cultural orientada al turismo comunitario; promover la investigación, documentación y difusión a través de alianzas con el sector cultura y medios de comunicación.

El plan, que no cuenta con recursos económicos asegurados, se plantea tareas mediatas e inmediatas hasta 2021. El reto, ahora, es llevar esta planificación del papel a la práctica.

Pucara

Es considerada como un altar, construida en un soporte que emula una gran escalera revestida de todos los productos agrícolas que la Pachamama suministró a sus hijos. La cima es coronada con plantas de maíz y banderas blancas. Al pie de la misma colocan las “almas cruces” de los fallecidos, sobre todo de los valientes guerreros de combate, pues consideran que estas almas se quedan en el mundo de los vivos desde la fiesta de Todos Santos hasta el Carnaval para cooperar a que la tierra produzca abundantemente, es además una forma de agradecer a la Pachamama por los frutos recibidos.

Pujllay

Se desarrolla en la época húmeda del año, sobre todo cerca del Carnaval, para dar gracias a la Pachamama por los dones recibidos, por la fertilidad de la tierra que provee productos agrícolas y también hace reproducir animales, por la abundancia y la regeneración permanente de la vida. Es en resumen una expresión para expresar gratitud.

Ayarichi

Se baila desde la época de la cosecha hasta la siembra, pertenece al tiempo seco, al tiempo de agradecimiento por las buenas cosechas. Probablemente se trata de una danza precolombina, pues sus instrumentos de viento son elaborados de caña carrizo traída de las tierras bajas, denominados Ayarichi. Se baila en fiestas patronales y religiosas.

Declaratoria

Las danzas del Pujllay y el Ayarichi, mediante ley 249 de junio de 2012, fueron declaradas como patrimonio histórico cultural material e inmaterial de Bolivia; la cultura se refleja en su música, danza, vestimenta, riqueza textil, tradiciones, conocimientos, valores espirituales y cosmovisiones.

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