17 de agosto de 2015

La magia de San Ignacio

La “Ichapekene Piesta” ignaciana (Fiesta grande de San Ignacio) es una de las expresiones culturales y religiosas más importantes del Beni y del país. El pasado 31 de julio cumplió 326 años.

El pasado 31 de julio, San Ignacio de Moxos (Beni) celebró la versión 326 de su fiesta mayor, la Ichapekene Piesta, con la misma alegría y devoción que caracteriza a sus pobladores, originarios y citadinos, quienes procuran que su celebración muestre unos brazos abiertos a los visitantes del interior y exterior del país.

Son al menos cuatro días de celebraciones, desde el 29 de julio, día en el que se celebra la víspera de la fiesta del santo patrono, San Ignacio de Loyola, hasta el primero de agosto, donde se realizan corridas de toros denominadas “jocheo” y el “palo encebado”, una vara de aproximadamente 30 metros, plantada en la tierra, y en cuya punta se cuelgan premios, adjudicados a los participantes que logren treparla con éxito.

La magia corre por los aires de un pueblo con una geografía de sabana tropical, sembrada con pozas de agua que permanecieron después de la época de lluvia. La fauna, flora e ignacianos se disponen a recibir su aniversario número 326 con una sombra calurosa que superan los 30 grados centígrados en esta época del año.

La fiesta de San Ignacio de Moxos, recientemente declarado como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad, cumple una tradición de fe que se ha transmitido por varias generaciones, dirigidas por la Parroquia de San Ignacio junto al Cabildo Indigenal.

29 Y 30 DE JULIO: VÍSPERAS

Las vísperas son dedicadas a preparar los últimos detalles de la gran celebración. Las mujeres del Cabildo Indigenal son las encargadas de adornar la imagen de San Ignacio de Loyola con mucha paciencia y dedicación. Cambian manteles, adornan con cintos y flores la imagen del Santo, para que después sea cargado en hombros durante las procesiones.

Un grupo de ignacianos instala una pequeña feria de artesanías en una esquina de la plaza para que los visitantes puedan llevarse algún recuerdo hecho a mano: sombreros hechos con hojas de palmera, camisas, máscaras de Achus talladas en madera, carteras o hamacas tejidas a mano, collares y bisutería hecha a base de semillas como los chononos, una especie de sonajeras que los macheteros se ponen en los tobillos para acompañar la música con sus pasos.

Llega la noche del 30 de julio y los pobladores se concentran en puertas del templo de San Ignacio, para participar de los fuegos artificiales, una peculiaridad a cargo de los chasqueros, protagonistas de una danza denominada Achus, que dentro de su indumentaria llevan puesto un sombrero hecho de cuero y, que en su parte superior, lleva un sistema para encender fuegos artificiales mientras se corretea hasta que termina de consumirse.

A la media noche se recibe el 31 de julio y la fiesta se extiende hasta las primeras horas de la madrugada en las esquina de la plaza, donde se toca música de banda, o en las carpas donde se presentan grupos musicales en vivo.

31 DE JULIO: FIESTA GENERAL

El día de la fiesta principal comienza con la misa central y su respectiva procesión, y por la tarde se realiza la sesión de honor del Concejo Municipal, que reconoce a los ciudadanos más destacados de San Ignacio, y se declara Huéspedes Ilustres a las autoridades que están de visita por el pueblo.

La particularidad de la fiesta de San Ignacio son sus entradas folclóricas, que son simplemente denominadas procesiones porque las diferentes danzas recorren las calles de San Ignacio detrás de su patrono que la encabeza.

Se trata de una de las expresiones culturales vivas que aglutina a la mayoría de sus habitantes; por esa misma razón es que el público espectador es escaso y está compuesto de visitantes ajenos que de alguna forma tratan de retratar las danzas para que formen parte de sus recuerdos.

Las danzas folclóricas –que representan la relación entre el hombre y los espíritus de la naturaleza– componen cada procesión en honor a su patrono, San Ignacio de Loyola, exponiendo sus pasos y colores por las calles del pueblo.

Entre las danzas más representativas están los Macheteros, el Jerure, los Achus, los Ciervos, las Moperitas y la danza que representa al sol y la luna.

Se realiza una procesión por día desde la víspera a la fiesta y se la despide de la misma manera, todas ellas en un horario en la que el calor del ambiente alcanza su punto más alto.

1 DE AGOSTO: JOCHEO DE TOROS

Son las tres de la tarde, y el sonido de la camareta, una explosión similar al de una dinamita anuncia el inicio del jocheo de toros, una actividad que convoca mucho público y también el abastecimiento de refresco y cerveza, ya sea para combatir el calor o envalentonarse para enfrentar a los toros.

Los toros son sacados uno por uno del corral para que los varones en su mayoría traten de montarlos o torearlos; muchos de ellos usan sus reflejos para esquivar las cornadas y algunos desafortunados son atravesados o golpeados por una tonelada de mal carácter que ha pasado días sin comer.

ESCUELA DE MÚSICA EN CAMPAÑA

El Instituto Superior de Música y Turismo de San Ignacio de Moxos continúa en campaña para solventar los gastos de su nuevo trabajo discográfico, “La Cosecha, recogiendo nuestros frutos”, obra de su proyecto “El Ensamble Moxos”, un grupo de músicos que ha representado a Bolivia en escenarios internacionales promocionando la cultura mojeña por casi 10 años.

Su directora, Raquel Maldonado, explicó que el costo de la grabación está comprometida con el Ministerio de Culturas, las cajas de los discos y la papelería está pagada por la imprenta Sagitario y de a poco se necesita cubrir los demás gastos, para encaminarse en la quinta gira por Europa, celebrando 10 años de carrera musical y 20 años de vida institucional de la Escuela de Música.

La representante manifestó que se concluyó la grabación de su quinto trabajo musical y se necesita recaudar fondos para la edición, masterización y producción de 7000 copias que estarán disponibles para la venta en el país y fuera de sus fronteras.

Actualmente, la escuela alberga a alrededor de 200 alumnos, entre niños desde los cuatro años hasta personas mayores sin límite de edad, que estudian de forma gratuita, todos ellos a cargo de 13 profesores de diferentes especialidades, que imparten conocimientos sobre música a los alumnos.

El Ensamble Moxos según palabras de su directora, representa el 70 por ciento de los ingresos de la escuela de música, producto de la venta de discos, dineros con los cuales se mantiene en funcionamiento, que desde su creación hace 20 años atrás ha formado músicos de forma gratuita y siempre ha manejado una política de autosostenibilidad por lo cual, depende económicamente de sí misma.

El elenco está conformado por los mejores alumnos y profesores que también fueron formados en la misma escuela. Juntos interpretan instrumentos de música clásica como el violín, violonchelo y la flauta dulce acompañado de sonidos autóctonos como el bajón, chononos, tambor y bombo.

Esa mezcla de culturas de distintos continentes a través de los sonidos sutilmente entretejidos transportan a su público a un pasado musical que se mantiene vivo gracias al compromiso de los alumnos, profesores, padres de familia y benefactores de la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos.

La directora de la Escuela de Música también mencionó que existen otros emprendimientos para generar ingresos como una fábrica de ladrillos, un camión para ofrecer servicios de transporte y recientemente la crianza de gallinas ponedoras para la comercialización de huevos. Estos tres negocios son un apoyo económico en menor porcentaje al sustento de la Escuela.

Por último, la Directora del Ensamble Moxos lamentó que hacer cultura en nuestro país es un camino bastante ingrato, porque “como proyecto musical único en su diversidad nos sentimos ignorados por las autoridades, sufrimos el celo de otras instituciones y que teniendo una reputación internacional, dentro de casa no nos sentimos reconocidos”. Sin embargo, se mostró optimista porque tienen la mente puesta en concluir su disco y prepararse para su nueva gira por Europa.

Atractivos turísticos



Existen muchos lugares que a la par de maravillar a los visitantes con su belleza, cuentan parte de la historia de San Ignacio de Moxos. Tal es el caso del templo misional, construido con columnas y machimbre de madera, cuyas celebraciones eucarísticas son animadas con la música del aún vigente coro del Cabildo Indigenal, un grupo de ancianos que producen sonidos místicos con sus voces e instrumentos.

El archivo musical que la misión jesuita heredó a los indígenas y que es resguardada por ellos hasta nuestros días, son un cúmulo de partituras sobre música barroca para coro y orquesta que la Escuela de Música va rescatando e interpretando en varios actos en el transcurso de la fiesta.

Destaca también la laguna Isirere, una extensión de agua de 21 km cuadrados a un kilómetro de distancia del pueblo, que recibe a los bañistas y a algunos pescadores, que se deleitan refrescándose en medio del calor de la tarde, culminando con una vista impresionante del atardecer, momento en el que el sol se oculta en las aguas que han adquirido un tono rojizo.

Existen otros atractivos como la Escuela

de Música, el Cabildo Indigenal –una construcción que funciona como sede para las reuniones de las autoridades indígenas del pueblo– y la plaza 31 de Julio, entre otros.

Sin duda alguna, faltaría espacio para describir las maravillas de la fiesta de San Ignacio de Moxos, un testimonio más de la riqueza cultural y folclórica que alberga nuestra amada Bolivia.


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