17 de febrero de 2015

Pepino, rey del carnaval paceño

l carnaval paceño consiste en una alegre entrada que se inicia un domingo antes de carnaval, con el desentierro del Pepino. Continúa el sábado con la entrada del corso infantil. El domingo de carnaval, chutas, cholas y pepinos desfilan con sus respectivas fraternidades a ritmo de morenada, kullawada, caporal, saya afro boliviana, moceñada, tarkeada, etc.

El lunes tiene lugar la tradicional Jisq’a Anata, donde se festeja la llegada de la temporada de cosechas. El Martes de Ch’alla, los creyentes bailan, comen en abundancia, al mismo tiempo que ofrendan a la Pachamama. El Domingo de Tentación, una semana después de carnaval, se entierra al Pepino.

El Pepino es la figura protagonista de este carnaval. Su apariencia es similar a la de un payaso, porta un llamativo traje bicolor y mantiene un talante risueño y atrevido. Al ritmo de bombos y platillos, el travieso personaje golpea con un “chorizo” a los activos espectadores de la entrada y luego les salpica con un preparado a base de harina, amparado en el anonimato que le proporciona su colorida máscara.

En la actualidad y desde algunos años atrás en el bolso no siempre ya lleva la harina, sino que fue remplazado por la espuma, siendo que de esta forma cambia la expectativa de los mismos admiradores que esperaban que el Pepino les envíe los famosos confetis.

Se cree que el Pepino nace como una sátira del arlequín español que amenizaba los carnavales en la época republicana. Al parecer, su nombre viene de un payaso uruguayo, José “Pepe” Podestá, “Pepino el 88”, quien, junto a sus hermanos, organiza espectáculos ecuestres en base a creativas parodias que reflejaban aspectos coyunturales de ese entonces. Se piensa que en una de sus giras, su función impresionó tanto al público paceño que decidieron crear una propia versión del personaje.

El Domingo de Tentación concluye el carnaval con el entierro del Pepino. Cholitas y ch’utas se visten de negro, fingiendo luto y junto con la multitud simulan llanto mientras cargan la tumba donde yace el disfraz del Pepino. Luego de un largo recorrido, entierran sus restos en el Cementerio General de la ciudad de La Paz.

Como personaje asume culpas relacionadas con la promiscuidad en carnavales, al creerse progenitor de niños. Conocida es la frase, “el Pepino tiene la culpa, de él es la wawa (hijo)”.

No es casual que los pepinos persigan chicas con el “chorizo” en la mano, puesto que en ese corto tiempo del carnaval se libera de todas las ataduras morales y religiosas. Es el portador de la sexualidad porque lleva el chorizo en la mano como símbolo de falo, por tanto es la representación simbólica de la fertilidad.

Según la tradición, si las mujeres tienen un hijo en época de carnaval declaran que es del Pepino el frenesí de este personaje dura los siete días del carnaval pero, como todo ente, tiene que morir después de haber cumplido su misión; entonces se produce su muerte y entierro.

El Pepino no sólo habría heredado la máscara del K’usillo, sino también su carácter y simbolismo: solitario pero alegre, cómico y afecto a las travesuras (Rossells, 2009: p. 115), de ahí que se resalte el doble origen del Pepino: uno europeo, a partir del Pierrot, y otro andino con el K’usillo, este último personaje participa en la entrada del Jisk’a Anata principalmente, así como en las fraternidades de Waka-wakas.

El Pepino en la ciudad de La Paz seguramente tuvo que atravesar por diferentes vicisitudes para su definitiva consolidación como personaje principal de los carnavales. Desde la reapropiación del vestuario de Pierrot hasta la incursión en danzas populares, el Pepino fue una reinvención original, con sello creativo eminentemente paceño.

Uno de los creadores de la máscara del pepino empleando el yeso fue en 1956, por Antonio Viscarra Morales, con tres cuernos, de quien una de las primeras comparsas que utilizaron este material creado de forma novedosa, fue la comparsa de los carniceros de La Paz, denominados “Los Romperragas”, quienes habrían relanzado la figura del Pepino en los carnavales de la época. La sonrisa en la máscara del Pepino, así como la nariz respingada serían una apropiación del gesto radiante pintado en el rostro del Pierrot.

El carnaval es la fiesta más esperada por los bolivianos y en cada lugar del país, festejan de diferente forma, pero conservando la tradición, de un personaje alegre y el mismo entusiasmo.

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