22 de agosto de 2011

Urkupiña: peregrinos van por comida, autos, casas y familia

Una avalancha humana se volcó ayer a la Feria de Alasitas en Quillacollo. La fe en la Virgen María de Urkupiña, a la que se le atribuye muchos milagros, llevó a cientos de devotos hasta Alasitas (Cómprame), que cada año revive la tradición de los peregrinos de adquirir miniaturas, para asegurar el alimento para toda la familia, alcanzar un sueño o aumentar la riqueza.

La nueva sede de la Alasitas: la avenida Martín Cárdenas, amaneció alfombrada de comerciantes. Por primera vez, en 30 años, el comercio se separó del templo de San Ildefonso. El cambio encontró desprevenidos a los peregrinos, que llegaron a buscar a sus caseritas sobre la calle Héroes del Chaco, donde se solían asentar las vendedoras de miniaturas. Siguieron su camino hacia el templo sin toparse en todo ese trayecto con los puestos de Alasitas. Ya afuera del santuario, se enteraron que las miniaturas se trasladaron cuatro cuadras más allá.

Después, de recorrer las cuatro cuadras sembradas de comerciantes, que se instalaron hasta en las aceras, los devotos se encontraron con la típica Feria de las Alasitas: donde se puede encontrar de todo en miniatura.

La diversidad de alimentos marcó las Alasitas: peregrinos, como doña Martha, llenaron sus canastas con papas, cebollas, tomates, ocas, pescados, rábanos y verduras, con la esperanza de que una vez bendecidos por la imagen de Urkupiña no les faltará el alimento el resto del año.

Para cumplir fielmente con ese ritual, los devotos se aprovisionaron en la Feria de Alasitas y luego volvieron a atravesar las cuatro cuadras que separan a los vendedores de la Feria, para hacer bendecir sus víveres en el templo de San Ildefonso.

Según la tradición, la festividad también es propicia para pedir un sueño representado en lotes de fantasía y otras miniaturas como, casas, camiones, negocios (tiendas, casetas de teléfono, un café Internet, licorerías y ferreterías), que en una mezcla de invocaciones a la Virgen de Urkupiña, ch’allas y q’oas a la Pachamama (Madre Tierra), se pueden hacer realidad.

Además, de los sueños hay quienes llegan a la Feria de Urkupiña para saborear los platillos en miniatura, preparados en la plaza de comidas. Este año los comensales mostraron su predilección por el picante de pollo, el sillpancho, el sándwich de pollo, las laguas y los pasteles decorados con crema y jalea.

Desorden y comercio

El desorden y la mala organización opacaron la Feria de Alasitas, ayer. Los problemas se expresaron en el caos del transporte y la falta de agentes de tránsito, en el tramo hacia el templo de San Ildefonso y la nueva sede de las miniaturas.


“Ha empeorado la venta… en la entrada (cerca del templo de San Ildefonso), vendemos más. Viene aquí la gente, pero sólo mira y no compra. ¿Ahora quién va a venir hasta acá, volver al templo y otra vez al Calvario?”, así explicó los efectos que trajo la reubicación de la feria, una de las comerciantes de Alasitas.


Aunque la Intendencia redujo el precio de la tasa para los comerciantes que se asienten en la Martín Cárdenas de 58 bolivianos a 25 bolivianos, para que vendan cuatro días, ayer las vendedoras se quejaron por las bajas ventas y explicaron que aunque antes pagaban más a la Alcaldía de Quillacollo siempre recuperaban lo invertido.

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