31 de julio de 2011

Lecos y mimulas sorprenden en la Entrada Universitaria

Pagina Siete

Silvia Irrazábal está orgullosa de bailar lecos, una de las danzas nuevas que ayer provocó aplausos en la XXIV Entrada Universitaria. Viste una túnica de piel de tigre y baila sujetando flechas en las manos.

No fue la única, Alcir Rodríguez también luce orgulloso su traje de cóndor y es figura de la danza de mimulas, de la carrera de arquitectura, que fue otra de las novedades de la entrada.

“Es una danza ritual para pedir lluvia y una buena cosecha”, explica Rodríguez, quien destaca que se baila cerca de las orillas del lago Titicaca.

Con mantas rosadas, polleras hechas de baeta y adornadas con bolas de lana de varios colores, la compañera de Rodríguez cuenta que los pobladores de la región del altiplano bailan esta danza como una ofrenda a la Pachamamama o Madre Tierra.

Para danzar mimulas, los 25 estudiantes que integran la fraternidad elaboraron un trabajo de investigación para rescatar cada uno de los detalles de la danza y su significado.

“Es un aporte al patrimonio cultural del país y ésa es una de las riquezas de la Entrada Universitaria”, comenta Heriberto Cuevas, presidente de la Comisión de Culturas de la UMSA. Incluso dice que este año se rescataron seis danzas nuevas.

Aunque aún se escucha el ritmo de una morenada, Andrés Acosta personifica a un cura y baila junto a un minero. La dramatización es parte de la danza pakhochis, que desde hace varios años participa en la Entrada. “Es una danza que representa la opresión de los españoles”, dice Acosta, quien baila junto a otros 25 danzarines vestidos de diablos.

Al compás de zampoñas y quenas, Niurka Castillo baila tarqueada. Su fraternidad depende de la Facultad de Ciencias Sociales y tiene 200 integrantes, porque este año se duplicó el número de danzarines.

“Ahora, los jóvenes tienen mayor interés en bailar danzas autóctonas”, asegura Castillo.

Descalzos, con coronas de plumas y túnicas de tela impresa de piel de tigre, los estudiantes de la danza de lecos, del taller de Justicia Comunitaria, fueron los más fotografiados por los turistas y periodistas.

“Es una danza de la población de Apolo, de La Paz, no es de Beni”, aclara Nancy Tufiño, docente universitaria, porque los espectadores creen que es del oriente boliviano. Ese desconocimiento es uno de los impulsos para que cada año su taller rescate una danza olvidada.

Danzas autóctonas, las más aplaudidas
Trajes Los estudiantes de la fraternidad de los Chunchus, de la carrera de ingeniería y agronomía, fabricaron sus trajes e indumentaria. Trabajaron cada uno de los detalles de acuerdo a la investigación que realizaron de la danza.


Apoyo Los lecos usaron indumentaria como lanzas, vasijas y otros, fabricadas por los pobladores de Apolo (norte de La Paz). La danzarines de la fraternidad de los kantus de Charazani usaron ropa prestada de los comunarios.

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